19 mayo, 2024
10 marzo, 2024

No por Moisés sino por Cristo somos salvos

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Passage: Éxodo 16:2-21; Salmo 132; Gálatas 4:21-31; Juan 6:1-15
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Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

La base de los 40 días de Cuaresma es los 40 días y 40 noches que Jesús quedó en el desierto despueś de su bautismo para ser tentado por Satanás. Encontramos esta historia en las cuentas de Mateo, Marcos y Lucas, pero no en una manera directa en el evangelio según San Juan. Sin embargo, Juan no dice como Satanás atacó a Jesús con las mismas tentaciones en su ministerio terrenal por medio de agentes humanos. La primera tentación de Jesús fue convertir las piedras en pan para saciar su propia hambre. Jesús le dijo al Diablo, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios. Al alimentar a los cinco mil, Jesús usó su poder divino para multiplicar los panes y los peces. Pero el objetivo era alimentar a la gente para que pudieran escuchar la Palabra de Dios. Pero, en esto texto, la tentación no corresponde a la primera tentación, sino a la tentación a hacerle rey de un reino terrenal.

La alimentación de los 5.000 es el único milagro de Jesús descrito por los cuatro evangelistas. Pero Juan tiene un propósito especial al relatar este milagro (Juan 6:1-15). El evangelista nos dice que estaba cerca la Pascua de los judíos. La Pascua a la que se hace referencia aquí es la segunda de las tres Pascuas mencionadas en el cuarto evangelio. En ocasión de la primera pascua Jesús había echada fuera del templo, no sólo a los mercaderes y comerciantes, sino también a los animales utilizados para los holocaustos y sacrificios. Jesús reemplaza los sacrificios del Antiguo Testamento, así como su muerte y resurrección reemplazan la celebración de la Pascua del Antiguo Testamento en la Semana Santa. En esto caso, mientras los judíos en Jerusalén celebran la fiesta de la Pascua comiendo los panes sin levadura y el cordero pascual, Jesús, el el verdadero cordero pascual, también celebra una cena con sus seguidores en el desierto. Esta cena en el desierto es un anticipo de la Eucaristía que celebrará a Jesús con sus discípulos en el aposento alto un año más tarde.

La alimentación de los cinco mil ocurrió en una región desértica cerca de Betsaida, el pueblo natal de Felipe, Andrés y Simon Pedro. Tal vez como nativos de la región, Felipe y Andrés son destacados en esta historia. La pregunta de Jesús a Felipe recuerda la pregunta de Moisés a Dios en Números 11:13: “¿De donde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo?” Doscientos denarios eran el equivalente a doscientas jornadas de trabajo de un obrero del campo. Quizás Felipe menciona esta cantidad porque era la suma total del dinero que tenían en el bolso de las ofrendas. Para sacar a Felipe de apuros, Andrés trae a Jesús todo lo que ha podido encontrar. Jesús acepta la ofrenda de cinco panes de cebada y dos pececillos. Si lo que tenemos para ofrecer al Señor es poco, tenemos que aprender a entregárselo creyendo que él puede multiplicar nuestra ofrenda para que pueda servir a sus propósitos.

Y tomó Jesús tomó aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Juan recordó este detalle, que no se menciona en los relatos de la alimentación de los cinco mil en los evangelios sinópticos, para establecer una conexión entre la multiplicación de los panes y la Santa Cena. En ambas celebraciones hay una multiplicación milagrosa. En la Santa Cena, el cuerpo y la sangre de Jesús se multiplica para alimentar y salvar a millones de personas alrededor del mundo. Las doce cestas son testigos de la preocupación de Jesús por las necesidades materiales de los seres humanos, pero también son símbolos del pan que permanece para vida eterna.

También esta segunda Pascua surgen nuevos paralelos con el Antiguo Testamento, especialmente con la figura de Moisés y con el pan del cielo que usó para alimentar a los israelitas en el desierto. Una gran multitud sigue a Jesús porque veían las señales que él hacía. En el libro de Éxodo una gran multitud siguió a Moisés porque veían las señales que él hacía en contra del Faraón. Jesús sube una montaña y se sienta con sus discípulos. En el libro de Éxodo, Moisés sube al monte Sinaí con los ancianos del pueblo para sellar al pacto y comer y beber en la presencia de Dios.

Moisés antes de morir había profetizado que, después de su muerte, Dios enviaría a otro profeta para guiarlos y comunicarles la Palabra de Dios (Deuteronomio 18:15). Ninguno de los profetas que siguieron a Moisés en el Antiguo Testamento cumplieron perfectamente esta profecía. Con la ayuda de Dios, Moisés alimentó a las multitudes en el desierto con el maná del cielo. El evangelista enfatiza que Jesús no sólo sustituye el cordero en la Pascua del Antiguo Testamento, sino también reemplaza a Moisés como el profeta enviado para revelar a la voluntad del Padre.

En nuestra epístola (Gálatas 4:21-31), San Pablo nos dice que el pacto que Dios hizo con el pueblo Israel delante del monte Sinaí no podía ser la palabra final redentora de Dios, como tampoco el nacimiento de Ismael por la esclava Agar podía ser el cumplimiento de la promesa dada a Abraham. Isaac y Ismael ambos eran hijos de Abraham, pero Isaac era el hijo de la promesa, es decir, la promesa de la salvación en Cristo. La iglesia en Galacia fue afligido por falsos maestros que no separaron correctamente la ley de Moisés del evangelio de Jesucristo.

Algunos judíos cristianos estaban perturbando las nuevas iglesias insistiendo que los cristianos no nacidos como judíos se sometiesen a la circuncisión y a otros aspectos de la ley ceremonial. Estos judaizantes reconocieron a Jesús como el Salvador prometido, sino creyeron que cualquier que quiera llegar a ser cristiano debe primer llegar a ser judío. Esto es un tipo del error se llama legalismo. En nuestra epístola, Pablo invierte la definición de los judaizantes sobre los verdaderos hijos de Abraham. Los no circuncidados cristianos eran hijos de Sara, no de Agar.

Todavía tenemos un problem con el legalismo en la iglesia. El legalismo se imagina que una una relación salvadora con Dios depende de ciertas reglas y reglamentas. Creyeron que los cristianos gana el favor de Dios por medio de un buen compartimiento.

La fe cristiana liberta a personas, dando a luz herederos de vida eterna en Cristo. Nos regocijamos, oh Señor, de que por medio de la fe ya somos miembros de tu reino celestial. Amén.

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