24 noviembre, 2024
12 enero, 2024

Antes de los magos estaba Balaam

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Passage: Números 24:17, Números 23:7, Números 22:5, Josué 2:8-11, 2 Pedro 2:15-16, Isaías 60:2, Números 25:1-9, Apocalipsis 2:14
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Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti. Y andarán las naciones a tu luz y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Y la gloria del Señor ha nacido sobre ti. Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Y la gloria del Señor ha nacido sobre ti.

“Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá Estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set” Números 24:17

Encontramos en el libro de Números, capítulos 22-24, una historia muy parecida a la de los Magos: La manifestación de Dios a un sabio pagano y una profecía mesiánica ligada a una estrella. Como los Magos, Balaam es una de las figuras más misteriosas y enigmáticas de la Biblia. Poco sabemos de su origen. A pesar de ser mencionado en relación con los reyes madianitas en Números 31, Balaam no era madianita. Tampoco era moabita como Balac, el rey de Moab. Más bien, era arameo. Esto se afirma explícitamente en el primer oráculo de Balaam donde dice: “Balac me sacó de Aram” (Números 23:7). Números 22:5 declara específicamente que él es de la ciudad de Petor, generalmente aceptada como la antigua ciudad aramea de Pitru, ubicada en lo que hoy es el norte de Siria cerca del Río Éufrates.

Claramente, no era un profeta de Israel. El texto lo identifica como un adivino. La adivinación se condena en otras partes de las Escrituras, pero Jehová sí le habla. Balaam pudo haber conocido al Dios verdadero por su reputación, ya sea por sus obras a favor de Israel en Egipto (ver Josué 2:8-11) o por el folclor local, ya que las ciudades de Harán y Nacor, asociadas con Abraham, estaban ubicadas cerca. Quizás como adivino, Balaam creía que podía comunicarse, trabajar y maldecir en nombre de cualquier dios. Encima de todo, Balaam era codicioso por la riqueza y el prestigio. No sólo estaba dispuesto a negociar con Balac, sino que más tarde también estuvo dispuesto a negociar con Dios, sólo por un poco más para sí mismo. Vemos en este hombre la imagen de muchos que han experimentado la presencia y el poder de Dios, pero, siendo cegados por las cosas de este mundo.

San Pedro, en su segunda carta, capítulo dos, versículos 15.16, dice así sobre Balaam y otros profetas falsos, “Han dejado el camino recto, y han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz del hombre, refrenó la locura del profeta.” Balaam estaba consciente de que estaba tentando a Dios al emprender su misión, y una mala conciencia lo irritaba. Cuando su asna intentó apartarse del camino ante la aparición del Ángel del Señor, él la golpeó sin piedad, hasta que el Señor mismo abrió la boca del asno para reprender a Balaam por su comportamiento.

Sin embargo, Dios usó incluso a un hombre así para cumplir Su voluntad. Los israelitas, acercándose al final de su viaje hacia la Tierra Prometida, habían acampado en la tierra de Moab. Acababan de derrotar a los amorreos y Og, el rey de Bashan, en batalla. Los moabitas desesperaban de lograr una resistencia exitosa a los poderosos y victoriosos ejércitos de Israel. Dios había dado órdenes a Israel de no hacer la guerra contra Moab ni mostrar hostilidad alguna contra ellos, porque eran descendientes de Lot, sobrino de Abraham. Pero los moabitas los juzgaron por las mismas medidas en que juzgaron sí mismos. Los moabitas no habrían perdonado a los israelitas si hubieran querido si han tenido el poder de arruinarlos.

Entonces, Balac le pagó a Balaam para que maldijera públicamente a los israelitas y pusiera fin a la amenaza a sus dominios. No se pensaba que estas maldiciones fueran palabras ociosas, sino performativas. Balaam, un adivino pagano, fue enviado a maldecir al pueblo Israel, pero Dios puso palabras proféticas verdaderas en sus labios como bendición. No puede dejar de bendecir y proclamar la brillante y feliz futuro de Israel.·Parados en las cumbres de las montañas de Moab, cuando nos invita a contemplar la luz radiante de la Estrella que sale de Jacob, podríamos creer que estamos escuchando las palabras de algún gran profeta, como Isaías.

Una estrella es un símbolo del poder y la autoridad real. La estrella de Jacob brilló primero en el reinado de David, luego en su plenitud en el rey mesiánico, a quien los magos hallaron bajo la luz de la estrella de Belén.

Como la historia de los Reyes Magos, esta es una historia de esperanza, luz y alegría. Pero, también muestra la profundidad de las tinieblas que cubre las naciones, como dice Isaías 60:2. En el caso de los magos, siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Entonces Herodes mandó a matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores. En el caso de Balaam, después de bendecir a los israelitas, aconsejó a los moabitas sobre cómo separar a los israelitas de la protección de su poderoso Dios (Números 31:16). Las mujeres de Moab sedujeron a los hombres de Israel a la fornicación, y cuando los israelitas se consumieron de lujuria fueron inducidos a sacrificar a dioses paganos. Entonces el Señor, en su ira, golpeó a los israelitas con una plaga y murieron 24.000. Más habrían muerto si no fuera por la intervención de Finees hijo de Eleazar y nieto de Aarón (Números 25:1-9). Por lo tanto, nuestro Señor Jesucristo dijo a la iglesia de Pérgamo en Apocalipsis 2:14, “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y cometer fornicación.” Deberíamos reflexionar que en esta época de “revolución sexual”, el mundo incrédulo utiliza la fornicación como cebo para llevar a la gente a la idolatría, tanto nueva como vieja.

Concede, te suplicamos, todopoderoso Dios, que el resplandor de la Estrella de Jacob brille sobre nosotros, y la luz de tu luz, por la iluminación del Espíritu Santo, fortalezca los corazones de todos los que por tu gracia ha nacido de nuevo. Oh Cristo, nuestro defensor, protégenos de todos aquellos cuyos planes pueden subvertir tu verdad por medio de herejías y cismas. Concede que, así como eres reconocido en el cielo y la tierra como uno y Señor, también tu pueblo, reunido de todas las naciones, pueda servirte en unidad de fe. Te lo pedimos a ti que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

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