25 noviembre, 2024
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Misa de la acción de gracias.

Concluimos el año escolar 2023/2024 con una fiesta el 04 de julio y al sexto domingo después de Trinidad, 07 de julio de 2024, celebramos la misa de acción de gracia por la promoción XV al primer grado del Centro de Educación Inicial Estadal “Rafael Urdaneta” con personal docente, y niño y niñas invitados por Emmanuel David Sánchez, un niño bautizado en nuestra missión.

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En la fiesta los hombres de la casa fueron destacados, porque llegamos tarde a celebrar el Día del Padre. El texto del devocional inicial de nuestra celebración del 4 de julio fue la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32).

El padre en la parábola representa a Dios Padre todopoderoso, el hijo pródigo representa al rebelde que arrepienta y el hijo mayor representa a aquellos que se piensan que no necesitan a arrepentir. El egoísmo es el mal de padecen ambos hijos. El hijo menor dijo a su padre, dame, mientras el hijo mayor dijo, Nunca me has dado. La única diferencia entre los hijos, en la aplicación, es que uno se arrepiente y el otro no.

El perdón de Dios se otorga al instante y plenamente, sin restricciones, y con exuberante júbilo, al pecador penitente. El hijo menor dice así: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y yano soy digno de ser llamado tu hijo.” Al otro lado, el hijo mayor que tenía todo a su disposición, habla de sí mismo como un esclavo, también un hombre de perfecta obediencia que no estaba recibiendo lo que le correspondía. Es un cuadro notable del pecador impenitente encubierto, insatisfecho y celoso, que se queja del Señor. Se niega a hablar de su hermano sino que lo llama “este hijo tuyo”. Lo único que puede hacer es criticar a su padre. Sin embargo, el padre también muestra cariño hacia el hijo mayor: “Mi querido hijo”. El padre no muestra la más mínima ira y no se le ha ocultado nada al hijo mayor. Aunque el hijo mayor está enojado, celoso y muy irrespetuoso, el padre todavía dice: “Tú siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo.” El corazón del hijo mayor, por supuesto, no está con su padre, pero el padre todavía lo ama mucho. Note cómo la doctrina de la expiación universal o justificación objetiva subyace en esta parábola. Dios, en Cristo, desea seria y fervientemente la salvación de todos. Él lo ha hecho todo y dice: “Venid, que ya todo está preparado.”

Cuando Dios se revela a nosotros como nuestro Padre celestial, es una revelación de su amor y misericordia. Esto debería considerarse un modelo para los padres terrenales. “¿Y qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo le pide pan, le dará una piedra?¿O si le pide un pez, le dará una serpiente?Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:9-11). También, Efesios 6:4, “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

También en la fiesta destacamos las regiones diferentes de Venezuela con ejemplos de su cocina, música y baile.

El texto del sermón del domingo 07 de junio fue el Salmo 19:7-10.

“La ley de Jehová es perfecta, convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegrán el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.” Y finalmente, “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón, delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.”

En la práctica de la educación cristiana, no buscamos sólo la formación de valores que preparen a los niños para ser buenos ciudadanos, sino llevarlos a la comprensión de la justicia y la misericordia de Dios.

La justicia de Cristo es nuestra salvación, porque fuimos bautizados en du muerte, como dice San Pablo en la epístola, Romanos 6:1-11. Al tomar sobre Él nuestros pecados y pagar el precio total por ellos con su sufrimiento y muerte, Cristo nos ha librado no sólo de la culpa y el castigo, sino también del poder del pecado. Y como hemos llegado a ser propiedad de Cristo por el bautismo y hemos sido bautizados en su muerte, somos liberados del poder de la muerte; su autoridad y soberanía sobre nosotros ha llegado a su fin.

Sin el arrepentimiento del pecado y la luz de Cristo en el corazón, la ley es una gran carga que no queremos soportar, no condena y produce ira contra Dios. Pero si hemos recibido la nueva vida en Cristo, ya no obedecemos la ley por temor al castigo. Más bien, debido a que Dios nos ha amado sin medida, hacer su voluntad es nuestro gozo. La ley nos proporciona una guía hacia este fin. Permanezcamos en Él por la fe para que podamos producir mucho fruto para glorificar a nuestro Padre celestial y beneficiar a nuestro prójimo en la tierra. Estos hechos no nos salvan pero prueban que tenemos fe en nuestro Señor Jesús.

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