Más líbranos del mal
Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
No por casualidad, nuestro evangelio para hoy (Lucas 11:14-28), se encuentra en el mismo capítulo en Lucas en que nuestro Señor enseño a su discípulos el Padre Nuestro. La petición, “Más líbranos del mal” se refiere Satanás como “el mal”. En su primera carta (1 Juan 2:13) San Juan llama a Satanás “el maligno”, entonces oramos que el maligno no tenga ningún poder sobre nosotros.
Para el drama, la película “El Exorcista” enfatiza las manifestaciones sobrenaturales del poder de Satanás y sus ángeles. El mundo ama el espectáculo de señales y prodigios de cualquier tipo, como leimos en nuestro evangelio. En su batalla espiritual, Satanás tiene sus soldados, espíritus malignos llamados demonios. Igual a su líder, los demonios en el principio fueron ángeles santos. La Biblia enseña la realidad de los demonios y la batalla espiritual, pero mucho más sobre los límites del dominio de Satanás.
En nuestro texto para hoy, algunas personas con desdén comentaron que en y a través del poder de Beelzebú, el príncipe y principal de los demonios, Jesús expulsaba a los demonios. El término Beelzebú era una parodía ridiculizante del nombre para un dios de los cananitas (2 Reyes 2:1) cuyo culto era especialmente perverso. Su significado es “El Señor de las moscas” o “El Señor del estercolero”. Vino a ser un nombre para Satanás en la época de Jesús. Jesús responde a estos blasfemadores advirtiendo lo tonto y peligroso que es tratar su poder los demonios como cualquier cosa, menos como su victoria sobre Satanás. Pero eso es cierto y no se puede negar, que Satanás se apodera del corazón y la mente del hombre, lo vuelve espiritualmente ciego, muerto y enemigo de Dios. Él tiene su obra constante en los hijos de la incredulidad, y también aprovecha cada oportunidad para herirnos y dañarnos en nuestro cuerpo y en nuestros bienes terrenales, en la medida en que Dios lo permite, ya sea como castigo divino o como castigo paterno.
Como los hechiceros de Faraón, como los demonios, como su dueño Satanás, los profetas falsos, brujos y espiritistas hoy día pueden engañar mucha gente. La mayoría son fraudes, pero si ellos claramente demuestren conocimientos o poderes sobrenaturales, la fuente es comunicación con demonios. En nuestra lectura del Antiguo Testamento (Éxodo 8:16-24), los hechiceros de Faraón tuvieron que reconocer que el ejercicio de sus poderes estaba sujeto a las limitaciones impuestas por el dedo de Dios. El dedo de Dios es un símbolo del poder y autoridad de Dios. La plaga de piojos fue más intensa que las plagas anteriores y los hechiceros reconocieron que hay un Dios mayor que los dioses a quienes ellos sirven. Si la expulsión de demonios que realizó Jesús se debieron al dedo de Dios, poder de Dios necesario en el verdadero exorcismo, era una prueba incontrovertible de que en y con Cristo, el Profeta de Nazaret, el reino de Dios había llegado. En su persona y en su mensaje tenían los medios para obtener vida eterna si aceptaban la gracia de Dios.
De una manera bondadosa pero comprensiva, Jesús ahora trata de mostrar a su audiencia lo que significó e incluyó su venida al mundo, en lo que respecta al gobierno de Satanás. Este último, en efecto, era un espíritu fuerte y poderoso, y estaba en todo momento completamente armado, guardando su corte, su palacio, su castillo, con todo su poder. Porque él es el príncipe de este mundo y tiene su obra en los hijos de incredulidad. Jesús refiere a Satanás como “el príncipe de este mundo” (Juan 14:30). Al llamar a Satanás “el dios de esta edad” (2 Corintios 4:4) y “el gobernante del reino de aire” (Efesios 2:2), San Pablo hizo la misma evaluación respecto de Satanás. Aunque el diablo es muy poderoso, es un enemigo derrotado por la victoria de Jesucristo en la cruz. El poder de Dios en Cristo nos asegura la libertad del pecado y el poder del diablo.
Las personas poseídas por espíritus malignos que las atormentan de alguna manera peculiar, las enfermaban, las hacían hacer y decir cosas que de otro modo no habrían pensado, y de otras maneras desahogaban su rencor contra ellas. En general, se puede decir que en todos estos casos sólo se nombran los síntomas que se encuentran también en el caso de las enfermedades habituales: sordo, mudo, ciego, epiléptico, cojo y demente. Pero hay tres puntos que distinguen claramente los casos mencionados en los evangelios de las enfermedades ordinarias con síntomas similares: 1) Dicen cosas que no pueden saber en el orden natural de las cosas, a saber, que Jesús es el Hijo del Dios Altísimo. , que Él es el Hijo de Dios, etc.; 2) poseen fuerza sobrenatural, no pueden ser retenidos con cadenas y grillos; 3) en el caso de los endemoniados gadarenos, hicieron arrojar toda la piara de cerdos al mar. Cabe señalar que San Marcos distingue a los endemoniados de los enfermos comunes por las palabras: “Le trajeron todos los enfermos, y e,llos que estaban endemoniados” y “Sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios” Marcos 1:32-34.
Por eso, es un grave error imaginar que nosotros podemos recibir el evangelio, venir a Jesús y aún así continuar en caminos destructivos y retornar a nuestro pecados. Por esto Jesús reprendió a los que creen que pueden ordenar sus propias casas. Puede parecer por un tiempo que superamos la influencia del maligno en nuestras vidas, pero sin la ayuda del Espíritu Santo, un demonio regresará con siete más. Como dice el himno, “Castillo fuerte”, nuestro valor es nada contra Satanás en su astucia y gran poder.
Felizmente, Dios promete llenar con su propio Espíritu a los que arrepienten y bendecirlos por medio de su Palabra y los sacramentos. Como dice San Pablo en nuestra epístola (Efesios 5:1-9), somos capacitados para amar a causa de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Debemos cuidar de nuestros pensamientos y palabras, por éstos conducen a actos. No debemos exponernos a la influencia de los demonios participando en la adivinación, magía, brujería, espiritismo y, por supuesto, satanismo. Estos no son juegos. También debemos evitar la inmoralidad sexual, el abuso de drogas y el alcohol y todas las actividades de Satanás que son evidentes en este mundo.
Señor, ayúdame no sólo a escuchar a tu Palabra, sino también a mantenerla en un corazón puro y con ella producir una vida fructifera de servicio. Amén.