El Pastor Perfecto
¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado en verdad!
Cuando nuestro Señor dice “Yo soy el Buen Pastor”, la palabra griega significa el pastor excelente o pastor perfecto. Encontramos un retrato del pastor perfecto en nuestro salmo buen conocido, Salmo 23. En nuestro evangelio para hoy (Juan 10:11-16), nuestro Señor dice “Yo soy el buen pastor”. En Jesús se cumple el Salmo 23, también nuestra lectura del Antiguo Testamento, Ezequiel 34:11-16. Aunque Moisés, David y otros en el Antiguo Testamento eran buenos pastores del redil de Dios, ninguno de ellos podía identificarse como el Buen Pastor. Hay uno solo que ha dado su vida como sacrificio por las ovejas, Él que es su dueño.
La descripción del pueblo de Dios, o la iglesia, como un rebaño de ovejas es una de las imágenes más comunes tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Pero, ¿quien es el pastor? Dios dijo al profeta Ezequiel, “Yo mismo voy a a ir en busca de mis ovejas, y yo mismo las cuidaré.” Luego, en nuestra epístola (1 Pedro 2:21-25), el apóstol dice, “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.”
El Salmo 23 fue escrito por el rey Davíd, quien sabía bien las responsabilidades del pastor de las ovejas. También el salmo es un eco de la peregrinación de 40 años del pueblo Israel en el desierto dirigido por Moisés, quien cuidó por las ovejas de su suegro por 40 años. Al declarar “nada me falta” el salmista emplea el mismo verbo que se usa en Deuteronomio 2:7 para describir lo que el Señor proveyó para Israel en el desierto.
Las ovejas necesitan un buen pastor que conozca el camino correcto a los pastos verdes y las aguas tranquilas. Ellos son incapaces de llegar por su propia cuenta a su destino final. También el pastor debe saber como protegerlas de todos los peligros como el lobo o el león. Con su vara y cayado, el buen pastor de Salmo 23 protege a sus ovejas de las fieras. Las conduce por oscuro valles de las sombras. Los primeros versículos presentan el Buen Pastor delante de las ovejas, en tanto que los versículos 3 y 4 nos lo presentan junto a ellas. Los últimos dos versículos se refieren al Pastor como que marcha detrás de su redil.
La presencia divina va delante, junto y detrás de nosotros, conduciéndonos en nuestra peregrinación a la morada del Señor. Es obvio, como en Ezequiel, que el Pastor es una presencia divina. Entonces, cuando Jesús dice: “Yo soy el Buen Pastor”, nuevamente afirma ser Dios. Entonces, ¿por qué hay hombres llamados pastores en la iglesia hoy? Como dije el domingo pasado respecto a Juan 20:19-31, el Señor instituyó un ministerio de Palabra y los sacramentos. Jesús otorgó a su iglesia la autoridad de llamar a los hombres a llamar públicamente al arrepentimiento y al perdón de los pecados en su nombre. Esto fue para continuar el trabajo que comenzó entre los judíos en su ministerio terrenal mientras regresa al Padre. Podemos entender esto por las últimas palabras de nuestro Evangelio.
“Tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también debo traer. También ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor”. En su omnisciencia Jesús prevé un grupo mucho más grande, que incluye a los creyentes gentiles. Por este texto sabemos que este “uno” no está confinado por limitaciones étnicas, lingüísticas, culturales o raciales. El Buen Pastor entregó su vida por todas las naciones. El evangelio debe ser predicado a todas las naciones. En el cielo estarán representadas todas las naciones, todas las tribus, todos los pueblos.
San Pedro llama a Jesucristo el “Pastor y Obispo de vuestras almas.” Luego, en capítulo 5 de su primera carta Pedro llama a Jesucristo “el Príncipe de los pastores.” Además, en capítulo 5, Pedro dice así: “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no teniendo señorio sobre los que están a vuestra cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” Su consejo es para los pastores. Se encuentran en esta carta de San Pedro los tres términos usados en el Nuevo Testamento para el ministerio de predicación y los sacramentos. Poimen significa pastor de las ovejas; episkopos significa obispo o capataz; y prebyteros o anciano. En el Nuevo Testamento estas palabras son intercambiables. Posteriormente obispo pasó a significar pastor de los pastores. Tenga en cuenta que el apóstol Pedro se identifica como un anciano o presbyteros.
En nuestro evangelio de hoy, el lobo es mencionado dos veces, flanqueado por dos observaciones sobre el asalariado, flanqueado por dos observaciones sobre el Buen Pastor. El diablo es el lobo se apodera y dispersa. Por el contrario, Jesús reúne y dirige. Aquí Jesús identifica a Satanás y todos sus agentes. Están tan desenfrenados en el mundo de hoy en los cultos, las sectas y aquellas organizaciones que claramente hacen trabajo de la iglesia sólo para ganancias terrenales.
La persona asalariada no es pastor, no es dueño de las ovejas, las sacrifica por interés propio y no le importan las ovejas. Jesús está aquí describiendo a los falsos maestros y falsos mesías de todas las épocas. Jesús no está hablando de una persona que le dice abiertamente a otra: “No me importas”. Está hablando de una persona que se hace pasar por alguien a quien le importa, pero en realidad no le importa. Debido al retrato aquí dibujado por Jesús, el término “asalariado” ha pasado a referirse a un tipo de carácter básico, venal, mercenario y absolutamente egoísta.
El Buen Pastor es un guía y un protector de las ovejas; además, un anfitrión que prepara la alfombra de césped donde pueden recostarse las ovejas. Él las examina, les cura las heridas, y a las débiles y cansadas les administra un reconstituyente para restaurar su alma, como un ungimiento de aceite. Esto es el Ejemplo para los hombres llamados como pastores de la iglesia. Ellos deben reflejar el imágen de Cristo para sus congregaciones.
Señor, te suplicamos levantes para el ministerio hombres fieles y capacitados, que tengan por sumo gozo entregarse enteramente a la obra de la iglesia por amor de tu querido Hijo, y por las almas por las que Él derramó su muy preciosa sangre sobre la cruz. Hazlos aptos para su santo oficio, te suplicamos, mediante tu gracia abundante y bendición celestial. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.