Realizamos una escuela bíblica vacacional desde jueves, cuatro de enero, hasta sábado, seis de enero de 2024, con el tema, “Dios señala donde Él es encontrado” con la asistencia de 17 niños y jóvenes. Comenzamos con los vínculos entre el Antiguo Testamento, cuando Dios anduvo con su pueblo en su viaje en el desierto hasta la Tierra Prometida, y el Nuevo Testamento, cuando Jesúcristo, “habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”, Juan 1:14 La palabra griega traducida como habitó es eskēnōsen, derivada de skénoó, literalmente “alzar una tienda de campaña”. La palabra latina, tabernāculum, significa tienda. En las Escrituras, el Tabernáculo era una tienda de campaña utilizada como lugar de adoración por los israelitas, donde se creía que habitaba la shekinah (presencia de Dios). El santuario portátil construido por Moisés sirvió como lugar de culto para las tribus hebreas durante el período de peregrinación que precedió a su llegada a la Tierra Prometida. Durante la encarnación de Jesús, su cuerpo fue la tienda donde sus discípulos experimentaron la presencia de Dios. El templo de su cuerpo fue destruido y reconstruido en tres días (Juan 2:19).
En la Nochebuena, los ángeles dieron a los pastores una seña visible para encontrar el Niño Jesús. “Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”, Lucas 2:12. El Hijo de Dios fue envuelto como Dios fue envuelto en el Tabernáculo. Luego, Dios guió a los magos al Niño Jesús por medio de una estrella. Los magos fueron los prímeros de muchas gentiles en adorar a Jesús, como fue profetizado en la lectura del Antiguo Testamento seleccionada para la celebración de la Epifanía, Isaías 60:1-6. “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de su nacimento” (Isaías 60:1-6).
Realmente los magos no fueron reyes, sino consejeros a los reyes de Persia y otros países. Tenían mucho conocimiento del mundo natural, especialmente del movimiento de los cuerpos celestes. Los magos son representados en el arte cristiano como reyes montados en camellos debido a la forma en que fueron las primicias del cumplimiento de la profecía de Isaías. Es muy probable que los antepasados de estos magos conocieran las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento de los judíos durante su cautiverio en Babilonia.
Ahora Jesús, el Hijo de Dios, está presente allí donde se predica su palabra en su pureza y se administran los sacramentos según su mandato. San Pablo, en 1 Corintios 10:1-4, hace la conexión entre los israelitas en el desierto y el pueblo de Dios en el nuevo pacto. “Y todos en Moisés, fueron bautizados en la nube y el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, la roca era Cristo”. En el bautismo cruzamos de la esclavitud del pecado a la libertad espiritual en Cristo, como los israelitas cruzaron el Mar Rojo a la libertad de esclavitud en Egipto. También en nuestro peregrinaje a la vida eterna, tenemos alimento espiritual en la Santa Cena.
Además, el altar y la fuente de bronce, la mesa del pan, el altar de incienso, y las vestiduras de los sacerdotes señalaban a nuestra forma de adoración hoy día. Esto no es mero simbolismo, sino elementos visibles vinculados con la Palabra de Dios y la Santa Cena recibamos con nuestros labios el verdadero cuerpo y sangre de Cristo en, con y bajo el pan y vino.
“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16), y mas, “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, de la mesa de los demonios” (1 Corintios 10:21). Este es un argumento contra el sincretismo y la falta de arrepentimiento.