Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y los cuatro seres vivientes; y se postráron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean á nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida: y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Apocalipsis 7:9-17