8 enero, 2025
29 diciembre, 2024

Señal que será contradicha

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Passage: 2 Samuel 7:1-16, Salmo 89, Gálatas 4:1-7, Lucas 2:33-40
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¡Feliz Navidad!

El mundo incrédulo celebra la Navidad como una fiesta de intercambio de regalos, cenas familiares e incluso unas simples vacaciones. Si los inconversos piensan en el nacimiento de Jesús, piensan en paz, amor y buena voluntad. Pero esa no es toda la historia. Ayer la iglesia celebró el Día de los Santos Inocentes, cuando el rey Herodes mató a todos los bebés varones en Belén después de la visita de los Reyes Magos (Mateo 2:13-23). Este acontecimiento, estrechamente asociado con el nacimiento del Salvador, es una prueba aterradora de que no todos le dan la bienvenida a este mundo.

San Lucas no menciona la matanza de los niños de Belén ni la huida de la Sagrada Familia a Egipto. Pero, en nuestro evangelio de hoy, Lucas se hace referencia a la lucha y al sufrimiento venideros. El mensaje de Cristo y su obra suscitarían mucha oposición en Israel, y en lugar de ser aclamado universalmente como el Salvador, Jesús se encontraría con mucho rechazo.

Cuarenta días después del nacimiento de Jesús en Belén, sus padres lo llevaron al Templo de Jerusalén para presentarlo al Señor. Los ángeles del cielo habían revelado a la pareja y a los pastores la identidad del hijo de María. Dios usó a estas dos personas mayores con un propósito específico: afirmar el Niño Jesús como el cumplimiento de la promesa de Dios al rey David, como leimos en 2 Samuel 7:1-16 y Salmo 89. Empezaron a entender cada vez más cuán gloriosas eran las cosas que se habían dicho acerca de Jesús, antes de que naciera. Y ahora estaban oyendo cosas similares de Simeón y de Ana, de quienes no suponían que todavía estuvieran al tanto del hecho.

Bajo la guía del Espíritu Santo, Simeón llegó al Templo justo en el momento en que María y José estaban allí con el niño Jesús. Tomó al bebé en sus brazos, alabó a Dios y pronunció lo que llamamos El Nunc Dimittis (Lucas 2:25-32). Mientras que en la historia de los pastores sólo se menciona a María, que tomó nota atenta de las palabras acerca de su Hijo, en este caso se representa a ambos padres maravillados por las palabras de Simeón, que revelaron el pleno significado de este Niño para el mundo. Las palabras que Simeón pronunció aquí los llenaron de gozosa admiración. Poco a poco comenzaban a tener una idea del significado de todas las profecías acerca del Niño que llevaban en brazos.

En la segunda parte de esta oración, Simeón dirige su atención sólo a María. ¿Por qué habló sólo a María? La respuesta más simple y obvia es que, bajo la guía del Espíritu, las palabras se refieren sólo a María. Esto implica que María sobreviviría a José. No estamos diciendo que Simeón sabía eso, sino que el Espíritu lo sabía y, por lo tanto, hizo que Simeón restringiera su atención a María.

Simeón la dijo: Este Niño está establecido por la voluntad de Dios con un doble propósito. En primer lugar, muchas personas, de hecho, la mayoría, se niegan a ser humilladas por causa de este Salvador. Endurecen sus corazones contra Él y así son condenados por su propia culpa. Pero a pesar de todo eso, Él es una señal ante todo el mundo, así como la serpiente en el desierto fue una señal para todo el pueblo, incluso para aquellos que se negaron a mirarla hasta que fue demasiado tarde. De esta manera, se revelan los pensamientos de los corazones de los hombres. Muchos judíos importantes, cuya reputación atestiguaba su perfecta bondad, no pudieron soportar la prueba de esta piedra de toque, Jesús el Cristo, y rechazaron su propia salvación. Por cierto, esta situación sería una dura prueba para María. Su corazón de madre sentiría con más intensidad el odio dirigido contra su Hijo. A menudo sería como una espada de doble filo que penetraría su alma, como cuando fue testigo de la crucifixión y las torturas que la acompañaron.

Simeón no era la única alma fiel en Jerusalén en ese momento. El Espíritu Santo estaba sobre Ana y los guió. Ella también dio gracias, retomó el tono que había comenzado el anciano Simeón, alabando a Dios por haber enviado a su Salvador al mundo, que estaba en tan extrema necesidad de redención. Y de esta manera no sólo sirvió a su propia devoción y edificación, sino que difundió la buena noticia por todas partes.

Este pasaje no habla ni se refiere al oficio pastoral. Hay cinco mujeres llamadas profetisas en el Antiguo Testamento: María, la hermana de Moisés; Débora; la madre del rey Lemuel (Proverbios 31:1), Julda y la mujer de Isaías. También cinco mujeres están nombradas como profetisas en el Nuevo Testamento: Ana más las cuatro hijas de Felipe el evangelista (Hechos 21:9). Estos pasajes indican las mujeres pueden recibir los dones espirituales y orar y cantar en la adoración pública (1 Corintios 11:1-16). Además, las mujeres pueden ofrecer consejo privado, enseñar a otras mujeres y niños. En ningún caso bíblico las mujeres prediquen y administran los sacramentos.

Nadie puede ser neutral con respecto a Jesús. Cristo está destinado a ser la causa de la caída de quienes lo rechazan, pero ellos son los culpables. Cristo está destinado a ser la causa del levantamiento de quienes se arrepienten y creen en Él. Cuando los hombres rechazan esa gracia en incredulidad caen, y es la voluntad de Dios que perezcan (Marcos 16:16; Isaías 8:14; Mateo 21:42-44; Romanos 9:33). Por otro lado, cuando la gracia de Dios en Cristo gana a los hombres y los hace levantar del pecado y de la muerte en una resurrección espiritual (Efesios 2:5-6).

Señor, concédenos tu Espíritu Santo, de modo que, como Simeón y Ana, permanezcamos firmes en esta fe hasta el fin de nuestras vidas aqué en este mundo y seamos recibidos en la gloria eterna. Amén.

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