Nacerà el Sol de justicia
Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
¿Por qué celebramos la Navidad el 25 de diciembre? El Nuevo Testamento no especifica una fecha precisa para el nacimiento de Cristo, pero lo más probable es que el 25 de diciembre se estableciera como el día de Navidad basándose en cálculos derivados de una interpretación particular de los primeros capítulos del Evangelio de Lucas.
Las evangelistas nos dan algunos datos sobre el nacimiento de Jesùs. “Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. “Este empadronamiento primero fue hecho siendo Cirenio gobernador de Siria.” (Lucas 2:1-2). Sabemos algo sobre Augusto Cèsar y sus censos, tambièn Cirenio, gobernador de Siria. San Mateo nos dice que Herodes el Grande era rey de Judea. Con este conocimiento podemos delimitar la época del nacimiento de Cristo.
En aquella época, el sacerdocio judío estaba organizado en 24 divisiones, cada una de las cuales iba a servir al Templo dos veces al año durante una semana cada vez. Zacarías, el padre de Juan el Bautista, estaba en la división de Abías (Lucas 1:5). Sabiendo esto, se puede calcular que el arcángel Gabriel se apareció para anunciar la concepción de Juan el Bautista a mediodos de noviembre del año anterior al nacimiento tanto de Juan como de Jesús. Esto situaría el nacimiento de Juan en el mes de junio siguiente y, de hecho, la Iglesia celebra el nacimiento de Juan el Bautista el 24 de junio. Según el Evangelio de Lucas, Gabriel se le apareció a María para anunciarle que concebiría por el poder del Espíritu Santo cuando Isabel, la esposa de Zacarías, estaba embarazada de seis meses. Esto situaría la concepción de Jesús en torno a la época de la Pascua judía, que también fue la época en la que fue crucificado.
El hecho de que Jesús muriera por nuestros pecados en la misma época del año en la que fue concebido tenía sentido para quienes desarrollaron el calendario eclesiástico. Así, la fecha de la Anunciación se fija en el 26 de marzo. El 25 de diciembre le sigue nueve meses después, de ahí la fecha de Navidad.
Sin embargo, algunas personas dirán, mire, el 25 de diciembre está cerca del solsticio de invierno mientras que el 26 de marzo está cerca del equinoccio de primavera. Seguramente esto demuestra que la Navidad es realmente una fiesta pagana vinculada al culto al sol.
En primer lugar, los solsticios y equinoccios son fenómenos naturales. Observar los fenómenos naturales no es lo mismo que venerarlos. Recuerde lo que dice la Biblia sobre la creación del sol y la luna. “Y dijo Dios: Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para separar el día de la noche; y sean por señales, y para las estaciones, y para días y años; y sean por lumbreras en el firmamento de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.” (Gènesis 1:14). Luego, Dios prometiò a Noè y su familia, “Mientras la tierra permanezca, no cesaràn la sementera y la siega, el frìo y el calor, el verano y el invierno, y el dìa y la noche.”
En segundo lugar, describir al Mesías con imágenes solares también es bíblico. Nuestra lectura del Antiguo Testamento (Malaquìas 4:1-6) es una evidencia primordial. “Mas a vosotros los que temèis mi nombre, nacerà el Sol de justicia, y sus alas traerà salvaciòn; y saldrèis, y saltarèis como becerros de la manada.”
El período de la actividad de Malaquías debe situarse en los días de Nehemías, muy probablemente antes de la segunda visita de Nehemías a Jerusalén. En el año 445 a.C., los judíos habían acordado pagar por la reconstrucción y el mantenimiento del Templo de Jerusalén. Este acuerdo incluía una serie de otros compromisos, entre ellos el fin de los matrimonios con incrédulos y la estricta observancia del sábado (Nehemías 9:38-10:39). Nehemías dejó Jerusalén por un tiempo para servir al rey de Persia. Cuando regresó en el año 432 a.C., encontró que muchos de los abusos que había abolido eran practicados nuevamente por el pueblo (Nehemías 13:1-31). El profeta Malaquías reprende todos estos abusos en la primera parte de su libro, dejando claro que vivió durante el tiempo de Nehemías.
La segunda parte de Malaquías es pura profecía mesiánica. El Mesías prometido es llamado el Sol de justicia. Los rayos del sol naciente se comparan con alas que, extendidas sobre la tierra, traen luz al mundo oscuro y curación a los enfermos del cuerpo y del espíritu. Asimismo, el Salmo 50 dice que el Señor Dios de Israel creó el sol y lo mantiene saliendo y poniéndose todos los días. Pero su Mesías brillará más que el sol cuando venga a juzgar a las naciones. Podemos decir que Malaquías profetiza la primera venida de Cristo porque dice que el Señor enviará otro Elías para llamar a los judíos al arrepentimiento antes de la llegada del Mesías. Pero también profetiza el juicio final en el que aquellos que no se arrepientan de sus pecados serán destruidos.
Con el nacimiento del bebé de Belén, comenzará una nueva época. Será un tiempo de gracia y salvación, pero ese gran día terminará con juicio. En la primera Navidad, la luz llegó a un mundo oscuro. Como dice San Juan: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venìa a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por èl fue hecho; pero el mundo no le conociò.” (Juan 1:9-10). En aquella ocasión, la imagen del sol naciente era meramente simbólica. El mundo en general no conoció su nacimiento, sólo algunos pastores y más tarde los Reyes Magos.
Pero la segunda vez será diferente. Pero la segunda venida de Jesucristo en una nube con poder y gloria será visible en todo el mundo. En nuestro evangelio de hoy (Lucas 21:25-36), nuestro Señor dice: “Entonces habra señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas.” No habla de fenómenos normales, sino de aquellos que confundirán y asustarán a los incrédulos, como los meteoritos, los cometas o las erupciones solares. Pensarán que el fin del mundo está sobre ellos, pero los fieles sabrán que estos sólo preceden a la segunda venida del Señor. Dios todavía tiene el control y su palabra no pasará, aunque los cielos se sacudan.
Nuestra epístola (Romanos 15:4-13) muestra el propósito por el cual se escribieron las Escrituras. El cristiano puede vivir y sobrevivir a la traición y al odio porque las Escrituras le brindan consuelo. Las Escrituras nos consuelan, nos ayudan a soportar y a mantenernos firmes en nuestra esperanza eterna en Cristo.
Señor de la revelaciòn, bendice a todos los que leen y escuchan a la predicaciòn de tu Palabra para que en ella encuentren motivaciòn para guiar a sus vidas de acuerdo a tu voluntad. Amèn.