Fe, esperanza y amor permanecen para siempre
Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
En nuestro epístola para hoy, San Pablo nombró tres virtudes de la vida cristiana: la fe, la esperanzay el amor. Por obra del Espíritu Santo, todas estas manifiestan en cualquier creyente. Esto contrasta con los dones del Espíritu que no se prometen a todos los fieles en todo tiempo y en todo lugar, como hablar en lenguas o profecías. Sin embargo, el apóstol dice que el mayor de estos tres es el amor. ¿Como? ¿No somos justificados solo por la fe?
El hecho de que aquí se llame al amor la mayor virtud no contradice en modo alguno el hecho de que la fe es el único medio para realizar la salvación. En verdad, Pablo no está diciendo que la fe salvadora es algo aparte de la esperanza y el amor. La presencia del amor prueba que hay fe verdadera y esperanza eterna. Como estos tres coexisten en conexión necesaria ahora, así quedarán para siempre juntos.
La Apología de la Confesión del Augburgo, Artículo V, dice que Pablo no dice que tengamos acceso a Diospor nuestro amor sin Cristo como sacrificio expiatorio, que recibamos el perdón prometido de los pecados de nuestro amor. Pablo no dice nada de esto. Por lo tanto, él no piensa que el amor justifica, porque somos justificados sólo cuando recibimos a Cristo como sacrificio expiatorio y creemos que por causa de Cristo, Dios se reconcilia con nosotros.
La mayor parte de nuestro texto describe la naturaleza y la obra del amor divino, o ágape, en nuestras vidas. “El amor es sufrida, es benigna; El amor no tiene envidia, el amor no es jactanciosa, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor ; no se goza en la injusticia, mas se goza en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” Esto no describe un sentimiento que brota del interior, sino una forma de vivir inspirada en cómo Dios nos ha tratado.
Ni la fe, ni la esperanza, ni el amor son cualidades en nosotros que sean dignas de mérito, sino que son obra del Espíritu Santo en nosotros. En versículo 3, Pablo explica que aun el martirio no tiene valor se no es una expresión de amor como lo fue la muerte de Cristo. El objeto de nuestra fe, esperanza y amor, es decir Jesucristo, es lo que nos capacita para vivir como hijos de Dios.
Tenemos un ejemplo en nuestro evangelio para hoy (Lucas 18:31-43). El ciego de Jericó recibe la vista no por el poder de su fe. Aún una fe débil puede ser la fe salvadora. Porque el ciego fue salvo por el amor y la gracia de nuestro Señor.
Además, la fe y la esperanza se convierten en conocimiento cuando se alcanza el objeto en el que se cree o en el que se espera. Fe significa confianza en Dios y su Palabra, incluso si actualmente no tenemos pruebas y comprensión completas de sus promesas. Los versículos 9-12 explican cómo el conocimiento ahora puede ser parcial, pero en la vida eterna, completo. Todo conocimiento terrenal es parcial. Dios no revela todo. Nuestro conocimiento en este mundo es imperfecto, inadecuado para una comprensión completa de Dios.
La gran diferencia entre el estado presente y el futuro se ilustra en el texto por la diferencia entre el estado del niño y el estado del hombre: Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño ; mi palabra, mis objetivos y mi actividad mental eran los de un niño pequeño, inmaduro, imperfecto. En la actualidad, nuestras ideas sobre las cosas divinas y celestiales no están a la altura de la gloria y la dignidad del sujeto. Ahora que soy hombre, he abolido las cosas del niño; el adulto ya no sostiene las opiniones e ideas imperfectas e inmaduras del niño. Aun así, el conocimiento pleno, maduro y completo de Dios está reservado para aquel mundo. Pero note que tendremos los mismos asuntos divinos, hermosos y espirituales para deleitarnos en el cielo que ahora tenemos en el mundo: lo que ahora entendemos y conocemos sólo en parte, entonces nos será revelado en su totalidad, en el toda la gloria de su sustancia. Así como la flor pierde sus pétalos, pero conserva su centro, que con el tiempo madurará hasta convertirse en el fruto perfecto, así nos despojaremos de las opiniones imperfectas de nuestro entendimiento, mientras conservamos el núcleo en su estado plenamente desarrollado y veremos su fruto en el cielo.
Los espejos antiguos estaban hechos de metal pulido. Por eso la imagen en el metal no siempre era clara. Hoy en día la imagen en un espejo es tan distinta como verse cara a cara. La contraparte del conocimiento parcial es el conocimiento pleno futuro.
Las palabras resaltan la insuficiencia del conocimiento actual que el hombre tiene de Dios en contraste con el conocimiento que Dios tiene del hombre ahora y el conocimiento de Dios que el hombre tendrá en el futuro. No porque la Palabra sea oscura, sino porque nuestro entendimiento no es suficiente para captar las maravillas de su sustancia y cualidades. Los misterios son verdades que los hombres nunca podrían penetrar por sí mismos, sino que sólo conocen porque a Dios le ha agradado revelarlos.
A medida que el contenido de toda profecía se revelará en cumplimiento, a medida que todo lo que estaba oculto se revelará claramente, ya no habrá necesidad de profecía. El don de lenguas, de las expresiones extáticas en lenguas extrañas y desconocidas, cesará, se detendrá, ya que sólo tenían un significado temporal; caducaron y terminaron cuando se alcanzó su objetivo. El don del conocimiento, de la comprensión de las cosas reveladas, será eliminado. Llegará un momento en que éste, como el resto, habrá cumplido su propósito y por tanto será abolido definitivamente.
Los comentaristas de la Biblia más ilustrados e inspirados sólo pueden vislumbrar los misterios del mundo espiritual, de las glorias celestiales, a través de la revelación que nos da el Evangelio. Pero esta condición imperfecta cesará, el conocimiento y la profecía en parte llegarán a su fin, tan pronto como aparezca lo perfecto, así como el rubor del amanecer desaparece cuando el sol sale sobre el horizonte en todo su esplendor. Cuando Cristo regrese en gloria, cuando seamos glorificados con Él en el cielo, entonces todas las imperfecciones de este conocimiento presente quedarán atrás.
Concédenos, te suplicamos, todopoderoso Dios, que tengamos una fe firme en tu amado Hijo Jesucristo, una esperanza gozosa en tu misericordia, y un amor sincero hacia Ti y todos los hombres. Amén.