22 noviembre, 2024
9 abril, 2023

En el bautismo hay la promesa de nuestra resurrección

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Passage: Mark 16:1-20
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¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado en verdad!

El Evangelio de Marcos es el más breve de las cuatro cuentas del ministerio terrenal de Jesús. No comienza con la historia de Navidad, sino con el bautismo de Jesús por Juan el Bautista. Pero el último capítulo de Marcos resume todo lo que sucedió desde la primera mañana de Pascua hasta la Ascensión de Jesús. Solo Lucas y Marcos describen a Jesús regresando al Padre. Hablamos del estado de humillación del Señor, que comenzó con su nacimiento como un bebé en Belén, pero no fue completo hasta su sufrimiento y crucifixión. Pero con su muerte en la cruz obtuvo la victoria sobre el pecado, la muerte y el diablo. Así comenzó su estado de exaltación, en el que asumió todo el poder y autoridad de Dios y puso fin a su tiempo en la tierra.

Durante los días de su humillación fue verdaderamente Dios pero no usó constantemente los poderes de su naturaleza divina. Los usó de manera limitada, con milagros, para probar su divinidad. A partir de entonces utilizó constantemente su poder divino. Su naturaleza humana ahora usa todos los poderes de la naturaleza divina. Cuando ascendió, su naturaleza humana se sentó a la diestra de Dios, pero su naturaleza humana todavía está con nosotros en la tierra cuando nos da su propio cuerpo y sangre en la Cena del Señor.

Como dice el evangelio de hoy, Dios dio a sus apóstoles el poder de expulsar demonios, hablar en lenguas extrañas, curar enfermos, resucitar muertos o tomar serpientes en sus manos. Por ejemplo, San Pablo se apoderó de serpientes venenosas, Hechos 28:3-6, pero en esta ocasión esta señal solo demostró que Dios estaba protegiendo a su apóstol. Estas señales eran necesario para afirmar la validez del testimonio de los apóstoles, pero estos no eran los dones permanentes del Espíritu Santo. Ahora tenemos la Palabra escrita de Dios. Aunque no hay necesidad de estas señales, por supuesto, si Dios quiere que ocurran por medio de la fe, seguramente ocurrirán.

Los medios de gracia a través de los cuales obra el Espíritu Santo desde ahora hasta el Día del Juicio son la Palabra y los sacramentos que Dios ha dado a su iglesia. El versículo 16 es una parte especialmente importante de nuestro texto.

El Catecismo Menor del Doctor Martín Lutero dice así sobre el bautismo: El bautismo efectúa perdón de los pecados, redime de la muerte y del diablo, y da la salvación eterna a todos los que creen, tal como se exprese en las palabras y promesas de Dios. Y estas palabras y promesas son las que nuestro Señor dice en versículo 16 del último capítulo del evangelio de San Marcos.

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Además, San Pablo dice en Romanos 6:4, “Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.”

Jesús comenzó su camino a la cruz con su bautismo. Todas las personas de la santa Trinidad fueron reveladas en aquel bautismo en el río Jordán. Dios Padre todopoderoso en la voz del cielo, el Hijo en la persona de Jesucristo y el Espíritu Santo en la forma de una paloma que descendió del Padre a Jesús. En nuestro bautismo, cada uno de nosotros comenzamos a caminar con Jesús. Todos seres humanos morirán, pero para caminar con Jesús no es para caminar a la muerte eterna, sino hacia nuestra propia resurrección.

Pero no es magia. Debe ir acompañada de la fe, que también es don de Dios. En el bautismo el Espíritu Santo nos da la chispa de fe, pero esta llama debe ser protegida y alimentada. Por eso tenemos la predicación y la Santa Cena. San Pablo advierte a los Corintios en nuestra epístola (1 Corintios 5:6-8), “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura; porque Cristo, nuestra pascua, ya fue sacrificado por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.”

Hoy comienza la nueva vida en Cristo para Pedro José Gael Santana Marquina. Como dice San Pablo en Tito 3:5, “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo.” Ahora es la responsabilidad de sus padres y padrinos primero, para poner las Sagradas Escrituras en sus manos, enseñarle los 10 Mandamientos, el Credo Apostólico y el Padre Nuestro. También como congregación, debemos mantener la puerta abierta para él un día acercar la mesa del Señor.

Encima de todo, que el Señor proteja su entrada y su salida, desde ahora y para siempre. Amén.

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