7 enero, 2025
24 diciembre, 2024

El ejemplo de José

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Passage: Isaías 7:10-14, Salmo 110, 1 Juan 4:7-16, Mateo 1:18-25
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¡Feliz Nochebuena!

En nuestro evangelio (Mateo 1:18-25), San Mateo cita Isaías 7:14 de nuestra lectura del Antiguo Testamento (Isaías 7:10-14). El evangelio de Mateo abunda en referencias al Antiguo Testamento.

Isaías 7:14 es una profecía mesiánica muy conocida. Son muchos los detalles en los que Mateo observa que el acontecimiento anunciado por el ángel correspondía exactamente con la predicción de Isaías: 1) Una virgen embarazada y que se convertiría en madre; 2) Un niño varón; 3) La nomenclatura del niño; 4) La interpretación del nombre. Lo dicho en Isaías 7:14 se cumple no sólo con la concepción de Jesús en el seno de la virgen sino también con la imposición de su nombre. “Emmanuel” significa “Dios con nosotros” en hebreo. No era un nombre propio, sino una descripción de la naturaleza divina de Jesús y de su encarnación.

En la época del profeta Isaías, alrededor del 743-739 a. C., la Tierra Prometida estaba dividida en el reino del norte de Israel y el reino del sur de Judá. El reino del norte se alió con Siria contra Judá. El Señor le asegura al rey Acaz, descendiente de David, que está con Judá y que los planes de conquista de la alianza del norte quedarán en nada. De hecho, el reino del norte de Israel, también conocido como Efraín, sería destruido por los asirios en el plazo de sesenta y cinco años. Pero el Señor también advierte a Acaz que si no confía en Dios, el reino del sur tampoco durará.

Acaz no respondió a este mensaje consolador, puesto que ya había hecho arreglos para obtener la ayuda de Asiria. En un esfuerzo sincero por lograr que depositara su confianza en la ayuda del Señor, Dios le ofrece a Acaz no solo su palabra, sino cualquier señal que Acaz quisiera para demostrar su buena voluntad. Pero Acaz, con inicua incredulidad y repugnante hipocresía, dijo: No pediré ni tentaré al Señor. Habiendo decidido ya conseguir la ayuda de Asiria, rechazó la oferta de Jehová con un pretexto hipócrita. Cuando la incredulidad asume las vestiduras de la piedad, el efecto es mucho más repugnante que la blasfemia y la burla abiertas. Por eso el Señor le dice a Acaz que la única señal que la casa de David recibiría a partir de ese día estaría relacionada con la promesa del nacimiento del Mesías del linaje de David. Eso sucedería mucho después de la caída de Judá de la gloria.

Ahora, acerca de esa profecía en sí. Algunas traducciones modernas de Isaías 7:14 cometen el error de traducirlo como “la joven concebirá”, no como “la virgen concebirá”. Algunos eruditos han debatido sobre el hecho de que la palabra hebrea utilizada no es “bethulah”, que se refiere explícitamente al estado de una mujer joven que no ha conocido a un hombre, sino “almah”, que se refiere a una mujer joven y soltera, sin hacer referencia explícita a su virginidad. En la antigua sociedad israelita, el término “almah” refleja una etapa en la vida de una mujer antes del matrimonio, en la que se la considera pura y apta para el matrimonio. La expectativa cultural era que una “almah” sería virgen, ya que la castidad prematrimonial era muy valorada. La Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento que apareció antes del nacimiento de Cristo, traduce “almah” en Isaías 7:14 como “parthenos”, que significa explícitamente “virgen”. Además, tanto en hebreo como en griego hay un artículo definido antes de “virgen”. Hubo solo UNA virgen que concibió y dio a luz.

San Mateo usa la palabra parthenos al citar Isaías 7:14 en Mateo 1:23. Esto es después de que Mateo explica que José tomó a María como su esposa, a pesar de que ella estaba embarazada, porque el ángel le reveló que había concebido por el poder del Espíritu Santo. Incluso en la primera profecía mesiánica, Génesis 3:15, se da a entender que el Mesías sería la simiente de la mujer, no del hombre. En Romanos 5:12-21, San Pablo explica que era necesario que Jesús naciera de una virgen para romper el ciclo del pecado original y convertirse en el segundo Adán. El que fue concebido en María por obra del Espíritu Santo y que nació de ella es Dios con nosotros, una parte de la humanidad, Dios en nuestra carne y sangre. Son estas dos naturalezas en esta única persona.

Así que no debemos ser como el rey Acaz y despreciar la Palabra de Dios y la maravillosa señal que nos dio en la encarnación de su Hijo, pero como José, que sirve como modelo para las creyentes. Antes de saber la razón del embarazo de María, quiso tratarlo de manera justa pero compasiva. Sin embargo, cuando el ángel le revela el milagro única de una concepción virginal, José cree, y cumple sus responsabilidades casándole con su prometida y criando a Jesús. Al recibir a María por esposa, José manifiesta su confianza tanto en ella como en la revelación que se le dio en el sueño.

Oh, Espíritu Santo, fortalece mi fe, y lléname de gozo cuando reflexiono en el milagro del nacimiento de Jesucristo. Amén.

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