23 noviembre, 2024
29 septiembre, 2024

Tu santo ángel nos acompañe

Pastor: ,
Passage: Daniel 10:10-14;12:1-3; Salmo 91; Apocalipsis 12:7-12; Lucas 10:17-20
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Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

Estamos acostumbrados a usar las oraciones diarias se encuentran en el Catecismo Menor. Martín Lutero escribió estas dos breves oraciones para que las personas y las familias las usaran
por la mañana después de despertarse y por la noche antes de irse a dormir. Ambas terminan con esta linea: “Tu santo ángel nos acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre nosotros. Amén.”

Encontramos la base de esta petición en el Salmo 91: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.” Pero ¿quiénes son los ángeles del Señor? ¿Y quién es el maligno?

Tanto en hebreo como en griego, la palabra “ángel” significa “mensajero”. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento la utilizan para designar a los mensajeros humanos (Génesis 32:3; Lucas 7:24). El Antiguo Testamento la aplica también a los profetas y sacerdotes (Isaías 42:19; 44:26; Malaquías 2:7). “Los ángeles de las siete iglesias” (Apocalipsis 1:20), son los pastores de las siete iglesias. Hay pasajes en el Antiguo Testamento en los que “el Ángel del Señor” es Dios mismo (Génesis 16:7; Éxodo 3:2; Números 22:23; 1 Reyes 19:7

Pero en la mayoría de los pasajes el término “ángeles” designa a aquellos seres espirituales que fueron creados en número infinito (Deuteronomio 33:2; Daniel 7:10; Hebreos 12:22) para servir a Dios de diversas maneras como mensajeros. El Antiguo Testamento no hace referencia explícita al origen de los ángeles. Job 38:4-7 se refiere a la presencia de ángeles (“los hijos de Dios”) cuando Dios “puso los cimientos de la tierra”. El título “hijos de Dios” puede verse como una indicación del origen de los ángeles en Dios, así como de su estrecha relación con Él. Las Escrituras hablan de los ángeles como seres espirituales y describen a estos seres incorpóreos como si aparecieran en forma humana cuando, en su capacidad de mensajeros divinos, se manifiestan a los seres humanos.

Las Escrituras hablan de diferentes rangos o tipos de ángeles. San Pablo menciona a los arcángeles en Tesalonicenses 4:16. Los escritores del Antiguo Testamento hablan con frecuencia de querubines, pero en el Nuevo Testamento, la palabra solo aparece en Hebreos 9:5. Los serafines son mencionados por su nombre solo en Isaías 6:2-6, donde se los describe como criaturas de seis alas que vuelan sobre el trono del Señor mientras cantan sus alabanzas. Términos como principados, potestades, autoridades, dominios y tronos (Romanos 8:38; Efesios 1:21; 3:10; 1 Pedro 3:22) pueden referirse a rangos angélicos.

En la Biblia, sólo tres ángeles reciben nombre. Gabriel (Daniel 8:16; Lucas 1:19, 26) anunció los nacimientos de Juan el Bautista y Jesús. Miguel, un arcángel y gran príncipe entre los ángeles, lucha por el pueblo de Dios (Daniel 10:13; Judas 9; Apocalipsis 12:7). ¿Quién es el tercer ángel que recibe nombre? Aquel contra quien pelea Michael, Satanás. Nuestro lectura de Apocalipsis (7-12) identifica Satanás como “el gran dragón, que es la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña a todo el mundo.”

En nuestro evangelio para hoy, Jesús resume todo lo que Dios ha hecho por todos los hombres de esta manera: “Vi a Satanás caer del cielo como un rayo”. Jesús está diciendo que Él es vencedor sobre Satanás. Su victoria sobre Satanás al mismo tiempo es victoria sobre el pecado y la muerte. La caída de Adán trajo el pecado, la muerte y la esclavitud de Satanás sobre todos los hombres. Cuando Cristo fue crucificado, el gobernante de este mundo, Satanás, fue expulsado. Jesús dice que esto nos da autoridad sobre todo el poder de Satanás, nuestro enemigo. Por lo tanto, nada te hará daño. Esto no significa inmunidad al sufrimiento sino más bien liberación de él.

En Apocalipsis 12:7-12, San Juan nos dice Satanás perdió su puesto como acusador de los hombres delante de Dios, porque la sangre del Cordero ha hecho satisfacción por la deuda del hombre. Ya ha perdido su poder sobre los hombres, porque en Jesús el hombre halló un amor a Dios y una obediencia a él que el seductor no logró destruir ni con la muerte.

Evidentemente los setenta en Lucas 10:10-17 fueron enviados a Perea y Judea, donde Jesús mismo estaba a punto de venir. No sabemos cuánto tiempo estuvieron fuera los setenta. Regresaron unos seis meses antes del sufrimiento y muerte de Jesús. El Señor les dio a los setenta la autoridad para expulsar demonios. Esa era su voluntad. Pero, Él les dice claramente que no debían regocijarse por expulsar demonios. El triunfo sobre las huestes de Satanás, les dice, es la consecuencia de su propio triunfo sobre Satanás. La satisfacción por el éxito, aun el éxito en el nombre de Jesús, puede ser una casa traicionera para el hombre; puede desviar su fe del poder de Dios hacia su propia habilidad como creyente. Por eso, Jesús aparta la vista de sus mensajeros del cuadro de las derrotadas huestes de Satanás y les hace ver la causa y los fundamentos de su victoria.

En el Nuevo Testamento, donde Jesucristo es presentado como “la Cabeza sobre todas las cosas”, incluidos los ángeles (Efesios 1:20-22; 1 Pedro 3:22), el ministerio de los santos ángeles recibe un énfasis cristocéntrico. Los ángeles anuncian el nacimiento de Jesús (Lucas 1:26-35; 2:9-14), median en la guía providencial del infante Jesús (Mateo 2:13, 19-20), lo ministran mientras realiza la obra redentora (Mateo 4:11; Lucas 22:43), están disponibles instantáneamente para su servicio (Mateo 26:53); son heraldos de su resurrección (Mateo 28:2-7) y ascensión (Hechos 1:10-11). Los ángeles prestan atención a los ministros de la iglesia recién establecida de Cristo (Hechos 5:19-20; 8:26; 12:7-10; 27:23-24) al mismo tiempo que siguen velando y regocijándose por el progreso de Su iglesia en la tierra (Lucas 15:7, 10; 1 Pedro 1:12). Los ángeles alaban al Cristo ascendido ante Su trono (Apocalipsis 7:11-12), lo acompañarán y lo ayudarán en el juicio final (Mateo 24:31; 25:31; 1 Tesalonicenses 4:16). Es en su relación con Jesucristo que todos los cristianos se convierten en beneficiarios de las promesas bíblicas concernientes a los ángeles asistentes, quienes son “espíritus ministradores, enviados para servicio por amor de los que han de obtener salvación” (Hebreos 1:14).

Los santos ángeles sólo dicen o hacen la voluntad del Dios trino. Puesto que todo lo que necesitamos saber para nuestra salvación ha sido revelado en las Sagradas Escrituras, no hay nada que los ángeles puedan proclamar hasta que Cristo regrese en gloria. No debemos orar a los ángeles, sino a Jesús, quien los dirige.

Cualquiera que pretenda hablar con los espíritus no está hablando con los santos ángeles. Los brujos y espiritistas o mienten o hablan con los ángeles rebeldes, que todavía tienen el poder de engañar. Los que participan en prácticas de ocultismo y en otras artes satánicas se convierten en aliados de las fuerzas espirituales que se oponen el único y verdadero Dios. Es tas prácticas ponen en peligro el cuerpo y el alma.

Señor, gracias por la protección de tus santos ángeles. Protégenos de la mala influencia de Satanás y sus ángeles. Amén.

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