Para orar en el nombre de Jesús es para orar con fe
¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado en verdad!
Con el evangelio de hoy (Juan 16,23-33), nuestro Señor concluye su despedida a sus discípulos con palabras de promesa y consuelo. En los versículos 23-28 Jesús anticipa el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, la guía del Espíritu en el libro de los Hechos y la escritura del Nuevo Testamento. Eso es lo que Él quiere decir con “en aquel día”.
Sólo unas horas más tarde, en el huerto de Getsemaní, los discípulos huyeron de las autoridades judías y de los soldados romanos. Pero aunque estaban a punto de abandonarlo, Él dice: “Ánimo, yo he vencido al mundo”. El perdón y la paz que el mundo no puede dar debido a la muerte, resurrección y ascensión de Cristo es lo que les promete para el futuro. Pero también les promete algo sobre la oración.
Aunque en los evangelios sinópticos Jesús había dado a sus discípulos importantes instrucciones en cuanto a cómo orar, todavía no ha autorizado a los discípulos a orar en su nombre. Todavía no ha subido a la diestra del Padre para ser el Mediador y Abogado de los suyos. Orar en el nombre de Jesús significa orar con fe en Él. Si oramos a otros mediadores, mostramos que nos falta la fe en la promesa y en la obra redentora de Jesús. Después de la resurrección y la ascensión, los discípulos le orarán directamente al Padre en toda confianza.
Jesús dice que podemos hacer peticiones por nosotros mismos, como él enseña en el Padrenuestro; “Dad hoy nuestro pan de cada día” y “no nos dejéis caer en la tentación, mas líbranos del mal”. Pero hay más. En la epístola de hoy (1 Timoteo 2:1-8), San Pablo nos anima, por autoridad apostólica, a orar por todas las personas, especialmente en el culto público, juntos con otros cristianos. En estos versículos Pablo ofrece un resumen de la oración en la vida de una comunidad de creyentes.
Esto se debe a que Jesús murió por todas las personas. Los versículos 1 y 2 hablan de la necesidad de que los cristianos intercedan y oren por toda clase de hombres. Los versículos 4-6 explican claramente la expiación universal. El versículo 3 se encuentra entre estas dos secciones que tienen la universalidad en común. ¿Por qué debemos orar por toda clase y clase de hombres? Porque Dios ama a todos y Jesús murió por todos. El versículo 7 nos dice que Pablo fue designado para predicar este mensaje de universalidad a los gentiles. Y el versículo 8 vuelve al pensamiento del versículo 1, la oración universal. Añade la idea de la actitud adecuada para la oración.
Los primeros tres sustantivos denotan oraciones y el cuarto denota acción de gracias. La primera denota oración particular, la segunda un tipo general de oración, la tercera significa “intercesión” y la última “acción de gracias”. Debemos agradecer a Dios por la redención de todos los hombres. Y deberíamos agradecer a Dios por lo que la gente hace por la gente. Debemos orar en nombre de todas las personas como si estuviéramos orando por nosotros mismos.
Habiendo sentado las bases de una sana enseñanza doctrinal en el primer capítulo, tal como Timoteo debía observarla en su trabajo en la congregación, el apóstol ahora habla del orden de los servicios tal como se obtenía entonces en las congregaciones, refiriéndose particularmente a la costumbre de oración pública. Aquí se ordena con énfasis el deber de hacer que la oración sea un lugar prominente en la vida cristiana.
Todos los hombres sin excepción son objeto de las oraciones de los cristianos, ya sean convertidos o no, amigos o enemigos. Pero de esta gran masa el apóstol separa ciertas clases mencionándolas por su nombre: los reyes y todos los que están en autoridad, todos los que ocupan una posición de poder en el mundo, especialmente las personas que constituyen el gobierno civil. El bienestar de cada nación está ligado a su gobierno. Ya sea que las autoridades civiles sean temerosas de Dios o no, deben ser objeto de oración, porque de esta manera los ciudadanos cristianos pueden influir en el curso de las naciones. Especialmente los hombres malvados necesitan oraciones. Los cristianos que oran por las necesidades de todos los hombres no pueden pasar por alto las necesidades especiales del gobierno, sin importar la forma que este gobierno tenga; oran al Señor por la paz de la ciudad y del país del que son ciudadanos, sabiendo que en su paz tendrán paz. Si el gobierno hace un uso adecuado de las diversas funciones que Dios le ha confiado, como lo pide la oración de los cristianos, entonces el resultado será que podrán llevar una vida tranquila, tranquila y pacífica, con toda piedad, en el justo culto de Dios. Dios, y con toda honestidad, en la buena conducta para con todos los hombres.
En todo lugar se deben ofrecer tales oraciones, porque el culto del Nuevo Testamento no se limita a ningún edificio o localidad santa en particular. No importa dónde se reúna una congregación cristiana para adorar, las oraciones son aceptables para Dios.
Damos gracias por el privilegio de la oración, para acercar al Padre celestial como niños amados. Señor, ayúdanos cuando te presentamos a nuestros peticiones y acciones de gracias, a recordar nuestra responsabilidad de orar para todos los hombres. Amén.