Los miembros de las iglesias luteranas “La Epifanía” y “Corpus Christi” se reunieron para celebrar el 29 aniversario de nuestra iglesia madre en Barinas el sábado, 17 de febrero de 2024. El Servicio Divino fue oficiado por el Pastor David Ernst por el púlpito vacante por la salida del Pastor Raimundo Brito. En 1985 se inicia una obra evangelistica en Barinas por misioneros del Sínodo de Missouri. 1995. La Iglesia “Corpus Christi” inaugura su propio local en 1995. Después del servicio, los jóvenes y niños salieron para juegos en la calle.
Las lecturas de la Escritura fueron las señaladas para el primer domingo de Cuaresma: Génesis 3:1-2; Hebreos 4:14-16; Mateo 4:1-11. En el bautismo de Jesús, Mateo 3:13-17, la naturaleza humana de Jesús fue ungida permanentemente con el Espíritu Santo. Y el Padre declaró abiertamente al Cristo encarnado Hijo de Dios. Jesús, por su bautismo y las manifestaciones sobrenaturales que lo acompañaron, había sido inaugurado formal y públicamente en su ministerio terrenal. Pero no debía comenzar su predicación de inmediato.
Primero, Jesús fue tentado durante cuarenta días y cuarenta noches. El número “cuarenta” nos recuerda a Moisés en Éxodo 34:28 y a Elías en 1 Reyes 19:8. A través de Adán, el pecado y la muerte pasaron a todos los seres humanos. Mateo 4:1-11 nos recuerda de Génesis 3: Satanás vino a Eva y engendró duda. Luego una promesa falsa: “No vas a morir”, versículo 4. Luego otra promesa falsa: “Serás como Dios”, versículo 5. Jesús pasó la prueba que Adán falló, aunque durante su vida terrenal sufrió las tentaciones más severas que jamás haya sobrevenido hombre alguno. Sin embargo, dado que en su caso pasó por todas las tentaciones sin pecado, puede ser nuestro Sumo Sacerdote y Abogado ante el Padre.
Por medio de Cristo se alcanzó verdaderamente la justicia para todos los seres humanos. Jesús, nuestro gran sumo sacerdote, fue tentado, sufrió, murió y venció a Satanás en nuestro lugar. Por tanto, tenemos la esperanza de la vida eterna y, además, como dice la epístola, Hebreos 4:14-16, “Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote, que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades; sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”