25 noviembre, 2024
7 enero, 2024

El misterio del evangelio

Series:
Passage: Efesios 3:1-13, Mateo 2:1-12, Isaías 60:1-6, Salmo 24
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¡Feliz Epifanía!

En nuestra epístola de hoy, Efesios 3:1-12, San Pablo afirma que los gentiles debían ser recibidos en la iglesia en términos idénticos a los judíos. Nuestra lectura del Antiguo Testamento, Isaías 60:1-6, es una clara profecía de la predicación del Evangelio a todas las naciones. El Evangelio para hoy, Mateo 2:1-13, la llegada de los Reyes Magos del Oriente, es un fuerte indicio del cumplimiento de estas profecías que florecerían en la predicación de San Pablo.

Isaías habla de tinieblas que cubren toda la tierra, significando la falta del conocimiento apropiado de Dios y un abandono total al pecado y la iniquidad. Aquí se profetiza el poder universal y la extensión del reinado del Mesías. Los Reyes Magos fueron los prímeros de muchas gentiles en adorar a Jesús. Realmente los magos no fueron reyes, sino consejeros a los reyes de Persia y otros países. Tenían mucho conocimiento del mundo natural, especialmente del movimiento de los cuerpos celestes. Los Magos son representados en el arte cristiano como reyes montados en camellos debido a la forma en que fueron parte del cumplimiento de la profecía de Isaías. Es muy probable que los antepasados de estos Magos conocieran las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento de los judíos durante su cautiverio en Babilonia.

Entonces, ¿por qué San Pablo dice así? “…leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio…”

La palabra “misterio” significa algo que requiere revelación para ser conocido. Los profetas del Antiguo Testamento habían profetizado sobre la entrada de los gentiles en el reino del Mesías, pero estas profecías no habían llegado a ser conocidas por las mismas personas involucradas, los gentiles de todo el mundo.

Aunque en su ministerio terrenal Jesús fue enviado primero a las ovejas descarriadas de la casa de Israel, seguía siendo el Salvador de todas las naciones hasta los confines de la tierra. En Mateo 28:18-20, Jesús encarga formalmente a sus apóstoles bautizar y hacer discípulos de todas las naciones. Se encuentra el mismo tema en Marcos 16:14-18 y Lucas 24:44-49. En Hechos 1:8, Jesús les dice a sus discípulos que serán sus testigos primero en Jerusalén, luego en Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra. En Pentecostés, el Espíritu Santo hizo que el discípulo hablara en muchos idiomas, prefigurando la predicación del Evangelio a todas las naciones. Y cuando Pablo comenzó a predicar el Evangelio, fue comisionado en Antioquía e inmediatamente comenzó a predicar a los gentiles.

En esta manera, el Señor visitó su iglesia con la gloria de su misericordia y provocó la conversión de todas las naciones, los cuales se ponen todos con todos sus dones al servicio de la iglesia.Y su poder debía ejercerse a través de su Iglesia como su agente e instrumento, como portadora y proclamadora del mensaje del Evangelio. La iglesia, portadora de la luz del Evangelio, debe saber que los gentiles, una gran multitud de en medio del mundo pagano, caminarían en esta luz, incluso reyes, algunos de los poderosos de la tierra, en el resplandor de su venida. De lejos vendrían sus nuevos hijos, nacidos por la fuerza del Evangelio, y a su lado, en medio de ella, sus hijas recién ganadas serían alimentadas y educadas en el estudio de la Palabra.

En vista de esta misión, establecimos esta misión en La Caramuca. Hace siete años dedicamos este templo como un lugar dedicado a la predicación de la Palabra, administración de los sacramentos. Alabamos a Dios por su presencia en este lugar de adoración y pedimos su bendición sobre los que reunen aquí. Que Él habite entre nosotros para siempre con su Palabra y sacramentos. Señor, fortalece nuestra comunión con los lazos de amor y de paz y impulsa nuestro testimonio de tu salvación. Amén.

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