El reino de Dios vendrá sin advertencia
Gracia y paz en nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
En nuestro evangelio para hoy, Jesús dice que el reino de Dios “es”, no “viene”. El reino de Dios estaba presente entre el pueblo desde que el Bautista y Jesús vinieron predicando: “Arrepentíos porque el Reino de los cielos está cerca”. Que significa “está aquí” en el mensaje y persona de Jesucristo.
“El reino de Dios está entre vosotros” en donde los fieles congregan alrededor la Palabra y los sacramentos. La verdadera Iglesia cristiana es la suma total de todos los verdaderos creyentes en Cristo a lo largo de los siglos. Sólo Dios sabe con certeza quién pertenece a esta entidad. Sólo el Señor conoce a los que son suyos, 2 Timoteo 2:19. Sin embargo, las marcas de la iglesia visible son la Palabra y los sacramentos.
La idea judía del reino era muy parecida a la de las sectas milenaristas de hoy: un reino físico y visible en el que el Mesías gobernaría visiblemente. Querían un rey y un reino terrenal fuerte, no un Mesías sufriente. La Confesión del Augsburgo, Artículo XVII, habla de los millenarista cuando dice así: “Asímismo se rechazan algunas doctrinas judaicas, y que actualmente aparecen, las cuales enseñan que, antes de la resurrección de los muertos, sólo los santos y piadosos ocuparán un reino mundano y aniquilarán a todos los impíos”.
En aquel momento, Jesús todavía fue en su estado de humillación. Antes de su victoria sobre el pecado, el diablo y la muerte, “es necesario que padezca mucho, y que sea desechado por esta generación.” Por eso la iglesia debe estar en la lucha por proclamar el Evangelio hasta Cristo venga otra vez en su poder y gloria. Lea todo Mateo 24; Marcos 13 y Lucas 21. En estos capítulos Jesús nos dice que los tiempos antes del fin del mundo estarán llenos de guerras, tumultos, terremotos, hambrunas y muchos problemas. “Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.”
Jesús sabía que tenían una noción errónea sobre el carácter del reino y por eso dirige su respuesta a este asunto. Jesús habla de falsos profetas, que vendrán con enseñanzas peligrosas sobre la naturaleza del reino y la naturaleza del Mesías. Dirán: “Mira allí, mira aquí”. La palabra “mirar” a lo largo de esta sección denota el hecho de que el hablante quiere llamar la atención sobre algo importante. Debemos tener cuidado de no caer en la idolatría disfrazada de la verdad de Dios.
En nuestra lectura del Antiguo Testamento (Éxodo 32:1-20), Moisés había subido al monte Sinaí y no había sido visto durante 40 días. El pueblo había esperado en vano su regreso y, por lo tanto, concluyó tontamente que los había abandonado. Habían abandonado todas las esperanzas con respecto al liderazgo de Moisés y, por lo tanto, propusieron adorar a Dios a la manera de la cultura pagana circundante. El pueblo mostró una disposición fanática a desprenderse de las posesiones que más apreciaba. Es la misma tendencia que se puede observar en el caso de muchos cultos y herejías de nuestros días. Y Aarón proclamó y dijo: Mañana es fiesta para el Señor. El nombre de Jehová se introdujo para encubrir el mal, lo que implica que él, al menos Aarón, había erigido esta figura en honor de Jehová, el Dios verdadero. La adoración del becerro de oro es una imagen de la idolatría de nuestros días, porque estos son los dioses del mundo: mamón, oro, dinero, lujo, comida, bebida, alegría lasciva. Es el colmo de la hipocresía si los cristianos participan en las costumbres idólatras del mundo y luego tratan de cubrir su pecado con un comportamiento mojigato.
En los versículos 26 al 30, Jesús describe el descuido indiferente de los incrédulos en todas las épocas de este mundo. En los tiempos de Noé, en los tiempos de Lot, la gente vivía sólo para las cosas de esta vida: el matrimonio, la comida, la ropa, el disfrute. Pero Cristo regresará repentinamente para juicio, así como el diluvio y el fuego aparecieron repentinamente y destruyeron a todos los incrédulos.
“El reino de Dios no vendrá con advertencia,” dice la Reina-Valera, revisión 1960. El texto griego también puede ser traducido, “El reino de Dios no vendrá con observación.” Quizás no anticipemos su regreso, sólo vivamos esperándolo. Después, Jesús usa el símil del relámpago para describir su venida. La cuestión no es lo repentino sino más bien la aparición simultánea y universal de los relámpagos de un extremo al otro del cielo para todas las personas. El Jesús glorificado se aparecerá a todas las personas en toda la tierra al mismo tiempo.
San Pablo escribe en nuestra epístola, 1 Tesalonicenses 4:13-18, que cuando Jesús ordene, todos los muertos se levantarán de sus tumbas. Los muertos en Cristo resucitarán primero. “Después nosotros, los que aún estemos vivos y que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre”. Pablo nos dice que habrá una secuencia de eventos. Pero no con largos periodos de tiempo entre ellas. 1 Corintios 15:52 nos dice que todo esto será “en un abrir y cerrar de ojos”.
Los milenaristas hablan de dos resurrecciones y de que habrá un “arrebato” de los cristianos vivos mucho antes de la resurrección final. Ni el cristiano vivo ni el cristiano dormido tendrán ventaja alguna sobre el otro. Ambos grupos serán elevados por el Señor en nubes en el aire. Esto aniquila el herético “arrebato”.
Sin embargo, cuando Cristo venga en poder y gloria, también su iglesia será revelada en su plenitud, la suma total de todos los verdaderos creyentes en Cristo a lo largo de los siglos. Vivamos en esa esperanza, confiados en el futuro, no en la indiferencia, sino sobrios y alertas contra la falsa doctrina y la idolatría.
Santísimo Espíritu de Dios, que eres la única fuente de la sabiduría y la vida: Te suplicamos que vengas con tu poder y gloria eternos a tu iglesia y a los corazones de los hombres para traer al mundo un nuevo nacimiento de santidad, interpretaciones rectas de la verdad y la unidad que en el amor se perfecciona. De todo corazón te suplicamos por los que han apostatado de la fe cristiana, y por los que se encuentran en dudas y son tentados por los corruptores de tu Palabra. Dígnate, Señor visitarles paternalmente, revelarles sus errores, y hacer regresen al rebaño de tus fieles, para que encuentren gozo supremos en la pura verdad de tu Palabra, y sean hechos sabios para la vida eterna. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.