¿Quienes son los hijos de Dios en Génesis 6:2? Debemos entender el Antiguo Testamento en visto de las palabras de Jesucristo. Por lo tanto, vamos a leer primero Lucas 20:27-40.
“Entonces vinieron unos de los saduceos, los cuales niegan que hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo esposa, y él muriere sin hijos, que su hermano tome a su esposa, y levante simiente a su hermano. Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. Y el segundo la tomó como esposa, el cual también murió sin hijos. Y la tomó el tercero; asimismo también los siete; y murieron sin dejar descendencia. Y a la postre de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será esposa? porque los siete la tuvieron por esposa. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este mundo se casan, y se dan en casamiento; pero los que fueren tenidos por dignos de aquel mundo y la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden morir ya más; pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Porque Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para Él. Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. Y ya no se atrevieron a preguntarle nada”.
Se encuentra este dialogo entre Jesucristo y los saduceos también en Mateo 22:23-33 y Marcos 12:18-27. En cada instancia, nuestro Señor dice que después de la resurrección, los fieles no pueden morir jamas, ni se casan, ni se dan en casamiento, igual a los ángeles. El matrimonio fue instituido por Dios en la creación de Adán y Eva, pero pertenece al orden de la creación. En la vida que ha de venir, no habrá necesidad de ser fecundo y multiplique el serie humano.
Sin embargo, hoy día muchas personas quedan confundidas por este pasaje, Génesis 6:1-4. “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, se tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que entraron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: Éstos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.”
No importa que el Señor nos dijo que los ángeles no se casan, hay la idea que los “hijos de Dios” había ángeles que engendraron hijos con mujeres mortales. ¿De donde proviene este concepto?
Hay un periodo de cuatro siglos entre el último libro del Antiguo Testamento, escrito por el profeta Malaquías bajo la inspiración del Espíritu Santo y la época del Nuevo Testamento. Durante muchos desarrollos históricos, los profetas verdaderos dejaron de manifestarse. Pero, como resultado de las conquistas de Alejandro Magno tres siglos antes de Cristo, el griego pasó a funcionar como lengua común del mundo alrededor al Mar Mediterráneo. Entonces, en aquella época, los eruditos judíos tradujeron las escrituras de hebreo al griego. La traducción está conocido como la Septuaginto, porque supuestamente era la obra de setenta escribas.
En la Septuaginta, la palabra hebrea “nephilim” en Génesis 6:4 se traduce “gigantes”. El origen y significado de aquella palabra es incierto para nosotros lectores modernos. El único otro lugar donde se encuentra es Números 13:22, cuando los espías israelitas dijeron que la Tierra Prometida estaba habitada por hombres demasiado grandes y fuertes para vencer. Otro ejemplos de hombres de estatura y esfuerza imponentes eran Goliat el filisteo (1 Samuel 23-58) y Og, rey de Basán (Deuteronomio 3:11).
Pero, ¿hijos de los ángeles? Durante del periodo entre los testamentos se produjo una multiplicidad de libros relacionados con temas y cifras de las escrituras hebreas. Porque no son inspirados por el Espíritu Santo, podamos dividir su contenido entre lo que es correcto y útil y lo que es falso. Puede ser que la carta de Judas 1:14-15, pueda citar del Libro de Enoc, aunque la profecía es muy parecida a la de Deuteronomio 33:2. De todo modo, el Libro de Enoc, no considerado en su totalidad inspirado por el Espíritu Santo, es la fuente de la teoría del matrimonio mixto entre ángeles y humanos.
El término “bene ‘elohim”, o “hijos de Dios”, se usa claramente para describir a los seres celestiales tres veces en el libro de Job (1:6; 2:1; 28:7). “Bene ‘elim”, que puede traducirse como “hijos de Dios” o “hijos del Poderoso”, parece referirse a la hueste celestial en Salmos 29:1 y 89:7. Sin embargo, estos títulos nunca se le dan a Satanás y sus ángeles caídos. Aun en Job, Satanás se presenta ante Dios con los santos ángeles, pero obviamente no es considerado uno de ellos.
Por otro lado, los hombres fieles de Israel son referidos como hijos de Dios. “Por tanto, se les dirá: sois hijos del Dios viviente (bene él chay)” Oseas 1:10. “La generación de tus hijos (baneka)”, Salmo 73:15, se refiere en contexto al Israel espiritual (“los limpios de corazón”, versículo 1). “No son sus hijos (banaw)”, Deuteronomio 32:5, se refiere a “los que se han corrompido a sí mismos”.
Para suponer que Génesis 6:2 habla de matrimonios mixtos entre ángeles y humanos contradice el dicho de Jesús de que los ángeles ni se casan ni se dan en matrimonio. Está hablando de los santos ángeles, por supuesto, pero ¿dónde hay alguna indicación de que los ángeles caídos sean diferentes en este sentido? La teoría de una híbrida “ángel/humano” plantea más preguntas que respuestas, sobre todo, ¿por qué la ira de Dios cae sobre la humanidad en lugar de los ángeles?
Hay una mejor manera de interpretación. Usando el principio de que los pasajes más claros de la Escritura deben interpretar los más oscuros, identificar a “los hijos de Dios” con la línea de Set tiene más sentido. “Dios me ha designado otra simiente en lugar de Abel, a quien mató Caín”, Génesis 4:25, indica que la promesa mesiánica de Génesis 3:15, continuará con Set. El resto de la narración del diluvio es consistente con uno de los temas generales del Antiguo Testamento: el matrimonio mixto con incrédulos conduce a la apostasía y la idolatría, pero Dios siempre guardó un remanente fiel para sí mismo, para que la promesa mesiánica pudiera cumplirse. En el caso de Noé y su familia, la supervivencia de la línea mesiánica coincidió con la supervivencia del serie humano.
Hebreos 11:7 dice esto: “Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de acontecimientos que aún no se habían visto, con temor reverente construyó un arca para la salvación de su casa. Por esto condenó al mundo y se hizo heredero de la justicia que viene por la fe”.
La justicia del Salvador venidero le fue imputada por Dios, no por su acto de obediencia al construir el arca, sino por su fe en la Palabra de Dios. Es el mismo proceso que se obtiene hoy al traer la salvación a los hombres. San Pedro, en 1 Pedro 3:20, dice que, así como las aguas del diluvio levantaron el arca y salvaron a Noé y su familia, los cristianos se salvan por la fe recibida en el agua del bautismo.
“Él condenó al mundo” en Hebreos 11:7 significa que Noé predicó a los demás del juicio venidero de Dios. Esto lo confirma San Pedro que escribe en 2 Pedro 2:4-5 que el Señor había mostrado mucha paciencia en el caso de los hombres del mundo antiguo. Incluso después de repetidas advertencias, les había concedido un respiro adicional de ciento veinte años, tiempo durante el cual Noé hizo todo lo posible para llevar a los hombres al arrepentimiento.
Además, el apóstol distingue entre el castigo de los ángeles rebeldes y la destrucción de toda la humanidad excepto la familia de Noé en el diluvio. Dios había creado a todos los ángeles buenos y santos en el principio. Pero un gran número de ellos, llenos de orgullo, se rebelaron contra su gobierno, se hicieron culpables de iniquidad. Su castigo fue rápido y terrible: han sido excluidos para siempre de la esperanza de la bienaventuranza eterna en la presencia del Señor.
Finalmente, en Génesis 9:26, se revela que la línea mesiánica continuará con el hijo de Noé, Sem, quien fue el antepasado de Abraham. Otras naciones, descendientes de los otros hijos de Noé, serán bendecidas por esta promesa, como los descendientes de Jafet, o maldecidas por su enemistad hacia el pueblo de Dios, como los descendientes de Cam y su hijo, Canaán.
Entonces, vamos a evitar las especulaciones inútiles y damos gracias a Dios, primero por el don de matrimonio y los hijos, según el orden de la creación. También, por su plan de salvación que comienza con la promesa mesiánica de Génesis 3:15, continuó con el nacimiento de Set, la salvación de Noé y su familia por agua, y culminó en la muerte y resurrección de Jesucristo quien ganó para cada uno de nosotros la promesa de la vida eterna en la agua del bautismo. Amén.