¡Salve, María, llena de gracia! Bendita eres tu entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. (Lucas 1:28,42)
En la iglesia romana, el 15 de agosto es la fiesta de la Asunción de la virgen María. Esta celebración eclesiástica se basa en la creencia que María, la madre de Jesucristo, al final del curso de su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al cielo.
La primera referencia oficial a esta asunción se encuentra en el siglo IV. En esta época aparecieron algunos relatos apócrifos sobre la asunción de María. Sin embargo, durante siglos, esta creencia no fue requerida por la iglesia romana. Fue declarado como dogma de fe (verdad de la que no puede dudarse) por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950.
En verdad, las Sagradas Escrituras no nos dicen nada definitivo sobre el final de la vida terrenal de María. Leemos en el evangelio según San Juan, capítulo 19, como Jesús en la cruz entregó el cuidado de su madre al apóstol Juan. “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19:27), que implica para el resto de su vida. La última mención de la Virgen María se encuentra en el libro de Hechos, capítulo 1, una cuenta que implica ella estaba presente en el día de Pentecostés.
Claramente, es un abuso de autoridad para la iglesia romana declarar algo como dogma cuando las Escrituras guardan silencio al respecto. Sin embargo, las Escrituras hablan de la asunción del patriarca Enoc en Génesis 5:24 y el profeta Elías en el segundo libro del Reyes, capítulo 2. También el último capítulo de Deuteronomio dice Moisés murió en la presencia de Dios encima del monte Horeb y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Además, San Pablo escribe en 1 Tesalonicenses 4:13-17, que los creyentes que vivirán cuando el Señor viene en gloria no morirá físicamente, sino con los fieles resucitados serían arrebatados en las nubes para recibir el Señor. Entonces, la creencia en la asunción de María podría ser una opinión piadosa.
Quizás por esta razón, en la época de la Reforma, la fecha fue retenido como la fiesta de la Asunción de María en el calendario litúrgico de la iglesia luterana. Hoy en día algunas iglesias luteranas marcan esta fecha como la fiesta de la Santa María, madre de Jesús. Pero, en verdad, no la llamamos solo la madre de Jesús, también la Theotokos, la verdadera madre de Dios, porque ella llevó al Hijo de Dios en su vientre (la Fórmula de Concordia, Declaración Sólida, Artículo VIII.24). La honramos de otras maneras en nuestro calendario litúrgico. María está destacada en las fiestas de la Nochebuena y la Navidad, por supuesto, también en el día de los Santos Inocentes (el 28 de diciembre), en la Circuncisión de Jesús (el primer de enero), en la Epifanía (el 6 de enero), en la historia de la boda de Caná, el primer milagro de Jesús (Juan 2:1-11), el segundo domingo después de la Epifanía, en la Presentación del Señor (los dos de febrero), en la Anunciación (25 de marzo), en la Visitación (los dos de julio), y en el Viernes Santo. También en nuestro servicio de Visperas, cantamos el Magnificat, el cántico de María (Lucas 2:46-55).
Todopoderoso Dios, tú escogiste a la virgen María para la ser la madre de tu único Hijo. Concede que, habiendo sido redimidos por la sangre de Cristo, participemos con ella en la gloria de tu reino eterna. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.