Llevad mi yugo sobre vosotros, dice el Señor y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Y hallaréis descanso para vuestras almas. Gloria sea al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
1 Y el primer día de la semana, de mañana, siendo aún oscuro, María Magdalena vino al sepulcro, y vio quitada la piedra del sepulcro. 2 Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, a quien amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. 10 Entonces los discípulos se volvieron a sus casas. 11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y llorando se inclinó y miró dentro del sepulcro; 12 y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. 14 Y habiendo dicho esto, volteó hacia atrás, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15 Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo lo llevaré. 16 Jesús le dijo: “María.” Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). 17 Jesús le dijo: “No me toques; porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” 18 Vino María Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas. Juan 20:1-2;10-18
La primera referencia a María Magdalena en los evangelios la tenemos en Lucas 8:2-3. Jesús echó afuera de ella siete demonios, pero no hay evidencia que ella era prostituta. Al contrario, ella era una mujer con recursos suficientes a apoyar el ministerio de Jesús materialmente, y Jesús no hubiera aceptado dinero ganado por la prostitución para costear su ministerio. En siglos siguientes ella estaba confundida con María de Betania en Lucas 10:39 y la “mujer pecadora” sin nombre que unge los pies de Jesús en Lucas 7: 36–50., pero no fue así.
Los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas nos informan que María Magdalena no vino sólo al sepulcro, pero San Juan no menciona las otras mujeres. Él sabía que María Magdalena no fue la única mujer que llegó a la tumba vacía, porque en versículo 2 ella dice, “No sabemos dónde le han puesto”. Cuando Pedro y Juan fueron al sepulcro, María Magdalena estaba allá otra vez. Las mujeres habían descubierto la primera evidencia de la resurrección, la piedra quitada de la puerta de la tumba. Pedro y Juan entraron en la tumba y vieron mas evidencia: el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Sin embargo, a pesar de ver esta evidencia Pedro todavía no cree.
Tampoco María, aunque vio los dos ángeles en la tumba. Sus palabras indican que ella creía que los ladrones habían llevado el cuerpo de Jesús, contra las profecía del Antiguo Testamento que hablaba de la muerte expiatoria y la resurrección de Cristo.
La voz de Jesús abrió sus ojos para entender que significó la tumba vacía. María Magdalena fue librada de su dolor y se convierte en la primera testigo de Cristo resucitado. María Magdalena era un testigo a la resurrección, pero no era apóstol, como algunas personas equivocadas dicen hoy en día. La palabra apóstol tiene un significado particular en el Nuevo Testamento. Nuestro Señor eligió doce hombres para entrenar para tres años y luego autorizar a predicar la Palabra de Dios públicamente y administrar los sacramentos. Hechos 13:31 dice así, “Él fue visto muchos días por los que habían subido juntamente con Él de Galilea a Jerusalén, los cuales son sus testigos al pueblo”. Pero, no todos los testigos recibieron la autoridad para predicar y administrar los sacramentos.
Nosotros no podemos ver al Cristo resucitado con nuestros ojos físicos, pero podemos gozar de la presencia del Cristo resucitado en nuestras vidas por medio de la predicación de la Palabra y nuestra recepción de la Santa Cena.
Todopoderos Dios, tu Hijo Jesucristo restauró la salud de María Magdalena y la llamó a ser la primera testigo de su resurrección. Limpianos también a nosotros de todas nuestras iniquidades y llámanos para conocerte en el poder de la vida sin fin de tu Hijo. Te lo pedimos por él, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén.