22 noviembre, 2024

Lucas 22:14-22

14 Y llegada la hora, se sentó a la mesa, y con él los doce apóstoles. 15 Y les dijo: “¡Con cuánto anhelo he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” 16 “Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios.” 17 Y tomando la copa, dio gracias, y dijo: “Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;” 18 “porque os digo que no beberé del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.” 19 Y tomando el pan, dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó también la copa, diciendo: “Esta copa es el nuevo testamento en mi sangre, que por vosotros es derramada.” 21 “Mas he aquí, conmigo en la mesa, la mano del que me entrega.” 22 “Y a la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; mas ¡ay de aquel hombre por quien Él es entregado!”

El monte CalvarioEl Señor, habiendo cumplido con las obligaciones y responsabilidades del antiguo pacto y su adoración, instituyó un nuevo sacramento, en el cual el glorioso fruto de su sufrimiento fue legado a sus discípulos y a todos los creyentes del nuevo pacto. Creemos, enseñamos y confesamos que todos reciben el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, en, con y debajo del pan y el vino. La razón humana no puede comprender cómo es posible el milagro; se inclina a creer en la transustanciación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, o que el cuerpo y la sangre del Señor no están realmente presentes en lo que es una comida conmemorativa. Pero las palabras de Cristo son claras y verdaderas.

En este texto, Jesús acaba de instituir la Santa Cena, aunque su traidor también se sentó a la misma mesa. Judas fue elegido por Jesús para ser apóstol. Hay mas, Jesús eligió a Judas como tesorero del grupo. Esto nos indica que Judas era un hombre que gozaba tanto de la confianza de Jesús como de los demás apóstoles. Nadie entrega a su dinero en las manos de un hombre de lo que se desconfíe. Cuando los apóstoles se reunieron con Jesús para celebrar la Pascua, sentándose ellos a la mesa, mientras comían, Jesús dijo: “De cierto os digo: Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.” En ese momento ninguno llegó a pensar en Judas, sino que cada uno pensó en sí mismo. “Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno tras otro: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?” (Marcos 14:18-19).

Judas cayó como nosotros podemos caer, por medio del pecado. Las posibilidades para el mal que hubieron en Judas son las mismas que se encuentran en todas las seres humanos, por causa de la naturaleza pecaminosa, nuestra herencia de Adán y Eva. Judas no era más pecador que los otros apóstoles al principio. Muchas veces los apóstoles no entendieron las palabras de Jesús. En la alimentación de los cinco mil y cuatro mil, no mostraron confianza total en el poder de Jesús. San Mateo era uno de los cobradores de impuestos conocidos por su avaro y deshonestidad. Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, fueron hombres bravos sin compasión. Aún en la última cena con el Señor en su vida terrenal, “ellos entonces comenzaron a preguntar entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto. Y hubo también entre ellos una disputa, de quién de ellos sería el mayor.”

Pero Judas rindió a la tentación a robar moneda de la bolsa y y el pecado sin arrepentimiento conduce a cosas peores. Hace pocos días en Betania, Jesús le reprimió por su preocupación con el dinero por el regalo de un frasco de alabastro de ungüento de nardo puro. Vergonzoso ante los demás y su conciencia pinchada, su amor se convirtió en odio y Judas traicionó a Jesús a sus enemigos. Quizás no pensó que Jesús sería condenado a la muerte, pero esa fue la consecuencia y Judas fue culpable. La corrupción siempre es progresiva.

Sin embargo, San Pedro también traicionó el Señor. Negó a Jesús tres veces públicamente, con maldiciones y juramentos y mucha rabia nacido de temor. Sin embargo, Pedro se arrepintió y Jesús le perdonó.

Judas también arrepintió en un sentido. “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, arrepentido, devolvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Qué a nosotros? Míralo tú.” (Mateo 27:3-4) Y Judas suicidó.
¿Cual fue la diferencia? ¿Porque Pedro vivió y fue salvo cuando Judas murió y fue condenado? Judas rechazó la misericordia de Dios. Muchas veces, en su auto-justicia, los infieles creen sus pecados no son suficientes grandes para necesitar un Salvador. En este caso, creyó que sus pecados eran demasiado grandes para ser cubiertos por el sacrificio de Cristo. Al contrario, todos somos pecadores y necesitamos el Salvador, pero nadie ha pecado demasiado para recibir el perdón por la sangre de Jesucristo.
Concede, suplicámoste, todopoderoso Dios, que nosotros, por nuestras malas obras somos continuamente afligidos, seamos misericordiosamente aliviados por la Pasión de tu unigénito Hijo, Jesucristo, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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