23 noviembre, 2024

1 Pablo, siervo de Dios, y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, 2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no puede mentir, prometió desde antes del principio de los siglos, 3 y manifestó a sus tiempos su palabra por medio de la predicación que me es encomendada por mandamiento de Dios nuestro Salvador, 4 a Tito, mi verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador. 5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y ordenases ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 6 el que fuere irreprensible, marido de una esposa, que tenga hijos fieles, que no estén acusados de disolución, o rebeldía. 7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no arrogante, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas; 8 sino hospitalario, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, templado; 9 retenedor de la palabra fiel como le ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana doctrina, y convencer a los que contradicen. Tito 1:1-9

OrdinaciónLos cartas de San Pablo a Tito y Timoteo han llamado a las cartas pastorales, dirigidas a hombres en el oficio pastoral, hijos en este sentido del apóstol. Pablo escribió la carta a Tito desde Macedonia. El apóstol había trabajado por un tiempo como misionero en Creta, la isla más grande de Grecia y la quinta en tamaño del mar Mediterráneo. juntamente con Tito. Las otras cartas de Pablo no mencionan la misión a Creta, pero había tiempo para una misión a Creta después de la prisión de Pablo y antes de su martirio. Tito era griego. No sabemos de qué provincia o ciudad provenía ni cuándo se convirtió. En el momento de la gran reunión en Jerusalén, Pablo lo llevó consigo. En años posteriores, continuamente encontramos a Tito mencionado como un colaborador valioso del apóstol. Después de que Pablo escribió la primera carta a los corintios, su amoroso cuidado por esta congregación lo impulsó a enviar a Tito con el propósito de obtener información confiable sobre las condiciones en esa ciudad. Fue una misión muy delicada e importante, una que afectó al apóstol tan profundamente que no tuvo descanso, pero viajó a Troas con la esperanza de encontrarse allí con Tito. Y cuando las noticias traídas por él resultaron ser gozosas, probablemente fue Tito quien regresó a Corinto con la segunda carta del apóstol.

En su salida de Creta, Pablo dejó a Tito encargado con la ordenación de ancianos en cada ciudad. La palabra traducida como anciano es πρεσβύτερος, una de las tres palabras usada para el oficio pastoral en el Nuevo Testamento. Los otras son ποιμήν, o pastor, y ἐπίσκοπος, o obispo. En la iglesia primitiva no fue distinción en rangos entre los cleros. Cualquier jerarquía hay en la iglesia hoy día no es para derecho divino, sino para el buen orden y administración. El Señor instituyó solo un oficio de predicación y los sacramentos y todos tienen la misma autoridad, la autoridad de proclamar el evangelio de Cristo, bautizando y haciendo discípulos de todas las naciones.

Pablo entregó a Tito una tarea importante por causa de la amenaza a la iglesia de maestros falsos. Entonces, nombró algunas de las calificaciones, en gran parte de naturaleza moral, que deben encontrarse en un ministro cristiano. El apóstol da una razón por la que se siente obligado a insistir en la reputación intachable de un pastor a este respecto: porque es necesario que un obispo sea irreprensible como administrador de Dios. El mayordomo de Dios, que está a cargo de sus asuntos en la Iglesia, no puede darse el lujo de tener la reputación de ser culpable de algún acto que lo difamaría ante los hombres. Un sentimiento de reverencia por el santo oficio está fuera de discusión cuando el pastor no está más allá del reproche de ser culpable de pecados graves.

Pero además de tales cualidades y atributos que deben encontrarse en todos los cristianos, el apóstol también menciona uno que es peculiar al oficio de obispo: aferrarse firmemente a la Palabra fiel según la doctrina, para que él también pueda amonestar en la sana enseñanza como para refutar a los objetores. De un maestro cristiano se puede esperar sobre todo que esté tan firmemente arraigado en la verdad como para permanecer indiferente ante todos los ataques. Si este es el caso, entonces esa persona se aferrará firmemente a la Palabra que sabe que es fiel, digna de absoluta confianza, respecto de la cual tiene la convicción de que es la verdad de Dios y está en total conformidad con la doctrina de Dios. Cristo y los apóstoles. Un maestro así podrá defender la verdad y enseñar. La amonestación y exhortación fervientes que practica continuamente incluye una instrucción cuidadosa y detallada en las palabras sanas del conocimiento divino, así como la invitación a vivir una vida consagrada de acuerdo con esta doctrina. Solo él puede controlar y dirigir este poder correctamente si está completamente familiarizado con la doctrina. Sin embargo, tal pastor también podrá mostrar a los objetores los errores de su opinión, para convencer a los contrarios, un uso de la Palabra que requiere la mayor sabiduría. Por lo tanto, el Artículo XIX de la Confesión del Augsburgo dice que nadie puede predicar la Palabra ni administrar los sacramentos en nuestras iglesias sin un llamamiento legítimo. Que quiere decir, antes de la ordenación pública, el candidato para el oficio pastoral debe ser preparado, probado y aprobado por representantes de la iglesia.

Todopoderoso Dios, tú llamaste a Tito a la noble tarea de pastorear a tu pueblo y de enseñar tu Palabra. Haz que todos los pastores de tu rebaño sean diligentes en la prédica de tu santa Palabra, para que todo el mundo conozca la riqueza inmensurable de nuestro Salvador Jesucristo, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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