El Domingo de Ramos, 13 de abril de 2025, Anyi Vanesa Garrido Santana reafirmó sus votos bautismales. Fue bautizada aquí el 19 de junio de 2010. Sus padres, junto con toda la congregación, pronunciaron sus votos por ella. Creemos, enseñamos y confesamos que nuestro Señor Jesucristo, en su gran comisión (Mateo 28:16-20) ordenó el bautismo de los infantes con las palabras: Haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Los niños pequeños y bebés están incluidos en las palabras: Todas las naciones. También nuestro Señor dijo a sus discípulos: Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Para recibir como un niño significa no por nuestra entendimiento o voluntad, sino por la voluntad de Dios. En el bautismo, Dios nos elige y nos llama por nuestro nombre. No lo elegimos a él. En el bautismo, nacemos de nuevo en el Espíritu Santo y recibimos el perdon de los pecados y el don de la fe. Por el nacimiento físico, heredamos el legado de la desobediencia de Adán y Eva, los primeros humanos. Por el bautismo, somos lavados en la sangre del segundo Adán, Jesucristo.
Sin embargo, no olvidamos la exhortación de hacer discípulos.El bautismo es el principio, no el fin, de la vida cristiana. En el caso del bautismo de adultos, solicitamos que quien se va a bautizar reciba instrucción sobre las enseñanzas básicas de la fe cristiana. Quienes traen a un niño para bautizarlo tienen la responsabilidad de instruirlo. En la primera instancia, la responsabilidad pertenece al hombre de la casa, pero en la ausencia de un padre fiel, la madre puede hacerlo. Por eso, San Pablo las elogió la madre y abuela de Timoteo. Los padrinos deben estar dispuestos y ser capaces de hacer esto, si los padres naturales del niño mueren. La formación en la fe incluye llevar al niño al culto en la casa del Señor y, después de haber sido instruido adecuadamente, la primera comunión. Anyi Vanesa recibió aquí la primera comunión el 27 de octubre de 2019.
¿Por qué entonces repetir el voto bautismal en este momento? En verdad, debemos recordar nuestro bautismo diariamente, cada vez que oramos en el nombre de la Trinidad. El Dr. Martín Lutero dijo que recuerdes tu bautismo cada vez que te laves la cara. Fue un día especial para Anyi Vanesa, porque ella cruzó el umbral de la vida de niña a la de mujer. Como dice en Proverbios 31:10-12, “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no tendrá necesidad de despojo. Le dará ella bien y no mal, todos los días de su vida.” También dice versículo 28: “Se levantan sus hijos, y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba.” Solo una mujer lleva al bebé en su vientre durante nueve meses. Con dolor lo da a luz, pero después hay una gran alegría, como dicen las Escrituras (Juan 16:21).
Y más bienaventurada entre las mujeres es la madre de nuestro Señor (Lucas 1:26-56). Cuando María oyó que el fruto de su vientre sería el Verbo hecho carne, simplemente dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra.” Por eso, esta tarde cantamos su cántico de alabanza, el Magnificat.
Pero hay algo más en nuestra lectura del Evangelio (Lucas 10:38-42): la historia de dos mujeres que fueron discípulas de Jesús. Esto sirve como un excelente ejemplo para todos los hogares cristianos. Jesús debería ser el huésped en cada hogar cristiano. En las oraciones antes y después de las comidas, en el culto familiar, en las oraciones antes de acostarse, su amable presencia debe ser invitada, y los asuntos de toda la casa deben conducirse siempre de tal manera que el Señor se alegre de hacer su hogar en medio de ese círculo familiar. Pero aquí tenemos dos formas de servicio, cada una hecha al Señor, cada una con las mejores intenciones: una con el trabajo de las manos, la otra escuchando las palabras de la sabiduría eterna. No tienen por qué contradecirse, sino que tienen su valor. Marta aún no había aprendido esta lección. Le disgustaba tener que encargarse de todo el trabajo de preparar las comidas. Jesús, sin embargo, le dice con paciencia y bondad, pero también con firmeza, que solo hay una cosa necesaria en este mundo, que debe anteponerse a todo lo demás: la Palabra del Evangelio, la fe en ella y la salvación. Él había encontrado en la Palabra la paz que sobrepasa todo entendimiento; ella estaba siendo preparada para la vida eterna. Y esa buena parte no le será arrebatada ni a María ni a ningún otro creyente. Las cosas de este mundo pasan, pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Amén.