Las vísperas de Sexagésima, 22 de febrero de 2026, celebramos con los hermanos de la Iglesia Luterana “Corpus Christi” el trigésimo aniversario de su templo en Barrio El Cambio, Barinas, edo. Barinas. Se inicia en 1983 la obra evangelística de la Iglesia Luterana de Venezuela en Barinas. Los fieles se congregaron en diversos lugares, entre ellos la casa de la madre de Luz María, Carmen Rivero de Henríquez, como la Misión Luterana en Barinas. Y de manera alterna en la casa de Luz María en La Caramuca, aproximadamente 12.8 kilómetros al oriente del centro de la ciudad de Barinas. Con la ayuda del misionero Pastor Rodolfo Blank, la congregación obtuvo su propio local, inaugurado el 19 de febrero de 1995 donde ha permanecido durante estos últimos 30 años.
Tres de los hijos de Luz María, Pedro, Charli y Sarai, fueron bautizados en el santuario de Corpus Christi. También lo fueron dos de sus nietos, Aarón y Oriana Montoya, hijos de Yepci, su hija mayor, y Eliezer Montoya. El 25 de junio de 2005, Elías Montoya, tercer hijo de Yepci y Eliezer, se convirtió en el primero en ser bautizado en La Caramuca por el pastor misionero Teodoro Krey. Después de eso, muchos de los niños que asistían al preescolar que Luz María abrió en su casa en 2003, a sus tareas dirigidas y a nuestra escuela dominical por la tarde, se interesaron en el bautismo. Ocho fueron bautizados en la Misión Luterana “Epifanía” de La Caramuca al 25 de marzo del 2007 en la presencia de sus padres y padrinos. Los oficiantes fueron Teodoro Krey y Edgar Brito, el pastor de Corpus Christi.
La congregación de Corpus Christi apoyó mi formación pastoral a través de mi ordenación en 2008. Lamentablemente, desde la salida del país del Pastor Raimundo Brito en 2024, Corpus Christi no cuenta con un pastor de tiempo completo. Por eso fue un honor dirigir el Servicio Divino en esta importante ocasión.
El tema común de las lecturas bíblicas de Sexagésima es este: La Palabra de Dios es llena de su poder omnipotente, y el mismo Dios omnipotente está activo en ella y a través de ella. Debemos entender esto como la Escritura divinamente inspirada leída en privado o predicada públicamente. Todos los pecadores en todo el mundo, que confían en la promesa del Señor en su Palabra, encontrarán que estas promesas se cumplirán en su caso, siendo la salvación eterna y la glorificación suyas por su gracia.
Hebreos 4:9-14 dice que la palabra de Dios es viva y eficaz y también aguda, penetrante y juzgadora. Para el creyente estas son palabras reconfortantes, pero para el incrédulo, palabras aterradoras. Lo que se hace hincapié en estos versículos es la naturaleza de la Palabra de entrar, permear y transformar.
La imagen de Isaías 55:10-13 es la Palabra de Dios como la lluvia que da vida y hace que los cultivos crezcan y den fruto. En la parábola de Lucas 8:4-15, un sembrador salió a sembrar su semilla. En este caso, la Palabra de Dios es la semilla que da vida. Sin embargo, la palabra del sembrador está escrito para nuestro consuelo y amonestación, para que no nos sorprendamos ni pensemos que es extraño aunque pocas personas acepten el beneficio de la doctrina bíblica, y algunas incluso se vuelvan peores. La imagen es la de un agricultor que esparce la semilla sobre la tierra todos los años con nueva diligencia y esperanza, tal como la paciencia y la bondad del sembrador celestial no se cansan a pesar de mucho trabajo aparentemente perdido. Pero, fíjense, aunque el Señor manda a su iglesia a proclamar la Palabra por todo el mundo, no hay garantía de crecimiento numérico. Dondequiera que se predique la Palabra, habrá quienes la oigan y crean, aunque sean pocos en número. La misión de la iglesia es proclamar la verdad, no sólo para traer a las ovejas dispersas al redil, sino también para que nadie pueda decir que nunca tuvo la oportunidad de escuchar la Palabra en el día del juicio.
Oremos que el Señor de la cosecha levanta un pastor para la Iglesia Luterana “Corpus Christi” y pastores fieles que prediquen y enseñen el Evangelio en toda Venezuela y en todas las naciones, para que la iglesia sea preservada en la doctrina pura de la Palabra salvadora en Cristo. Amén.