7 enero, 2025
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En la Iglesia “Corpus Christi”
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Misa navideña en Corpus Christi.
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Luz Maria con la Sra. Carmen.
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La hallaca con ensalada y pan de jamón.
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Cena navideña en La Caramuca.
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Mesa de los ñiños en La Caramuca.
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Cena Navideña en Corpus Christi.
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Con los hermanos de Corpus Christi.
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Niños con regalos en La Caramuca.
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La Nochebuena.

Celebramos la Misa Navideña el domingo, 29 de diciembre de 2024, en la mañana en La Caramuca y en la tarde con los hermanos de la Iglesia Lutera “Corpus Christi” en Barinas. Celebramos la Nochebuena en La Caramuca y disfrutamos la cena navideña el martes, 24 de diciembre en La Caramuca y 29 de diciembre en Barinas.

Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de Él. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, Éste es puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel; y por señal a la que será contradicho (Y una espada traspasará también tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; la cual era grande de edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad; y era viuda como de ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche y de día con ayunos y oraciones. Y ésta, viniendo en la misma hora, también daba gracias al Señor, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Y cuando cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él. Lucas 2:33-40

San Lucas no menciona la matanza de los niños de Belén ni la huida de la Sagrada Familia a Egipto. Pero, en nuestro evangelio de hoy, Lucas se hace referencia a la lucha y al sufrimiento venideros. El mensaje de Cristo y su obra suscitarían mucha oposición en Israel, y en lugar de ser aclamado universalmente como el Salvador, Jesús se encontraría con mucho rechazo.

Cuarenta días después del nacimiento de Jesús en Belén, sus padres lo llevaron al Templo de Jerusalén para presentarlo al Señor. Los ángeles del cielo habían revelado a la pareja y a los pastores la identidad del hijo de María. Bajo la guía del Espíritu Santo, Simeón llegó al Templo justo en el momento en que María y José estaban allí con el niño Jesús. Tomó al bebé en sus brazos, alabó a Dios y pronunció lo que llamamos El Nunc Dimittis (Lucas 2:25-32). Las palabras que Simeón pronunció aquí los llenaron de gozosa admiración.

En la segunda parte de esta oración, Simeón dirige su atención sólo a María. Simeón la dijo: Este Niño está establecido por la voluntad de Dios con un doble propósito. En primer lugar, muchas personas, de hecho, la mayoría, se niegan a ser humilladas por causa de este Salvador. Endurecen sus corazones contra Él y así son condenados por su propia culpa. Pero a pesar de todo eso, Él es una señal ante todo el mundo, así como la serpiente en el desierto fue una señal para todo el pueblo, incluso para aquellos que se negaron a mirarla hasta que fue demasiado tarde. De esta manera, se revelan los pensamientos de los corazones de los hombres. Por cierto, esta situación sería una dura prueba para María. Su corazón de madre sentiría con más intensidad el odio dirigido contra su Hijo. A menudo sería como una espada de doble filo que penetraría su alma, como cuando fue testigo de la crucifixión y las torturas que la acompañaron.

Simeón no era la única alma fiel en Jerusalén en ese momento. El Espíritu Santo estaba sobre Ana y los guió. Ella también dio gracias, retomó el tono que había comenzado el anciano Simeón, alabando a Dios por haber enviado a su Salvador al mundo, que estaba en tan extrema necesidad de redención. Y de esta manera no sólo sirvió a su propia devoción y edificación, sino que difundió la buena noticia por todas partes.

Nadie puede ser neutral con respecto a Jesús. Cristo está destinado a ser la causa de la caída de quienes lo rechazan, pero ellos son los culpables. Cristo está destinado a ser la causa del levantamiento de quienes se arrepienten y creen en Él. Cuando los hombres rechazan esa gracia en incredulidad caen, y es la voluntad de Dios que perezcan (Marcos 16:16; Isaías 8:14; Mateo 21:42-44; Romanos 9:33). Por otro lado, cuando la gracia de Dios en Cristo gana a los hombres y los hace levantar del pecado y de la muerte en una resurrección espiritual (Efesios 2:5-6).

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