20 septiembre, 2024
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El Pastor Raimundo Brito de la Iglesia Luterana “Corpus Christi”.

El miércoles santo, 5 de abril de 2023, nos visitaron los hermanos de la Iglesia Luterana “Corpus Christi” en el Barrio Cambio, Barinas, edo. Barinas. Dieron nuestros niños la oportunidad de participar en la dramatización de Juan 13:1-15 y la institución de la Santa Cena en Jueves Santo (1 Corintios 11:23-32; Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:14-20).

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Lavamiento de los pies.

En su evangelio, San Juan no habla directamente de la institución de la Santa Cena, pero habla del lavamiento de los pies de los discípulos por su Señor. Nuestro Señor no instituyó un sacramento con el lavamiento de sus pies, sino demostró el propósito de su misión en la tierra. Como dice San Pablo en Filipenses 2:5-11, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús; el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser igual a Dios;  sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;  y hallado en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

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Como Él notó (versículos 13-15), de acuerdo con las costumbres del antiguo medio oriente, un esclavo tenía el deber de lavar los pies de los huéspedes que llegaban a la casa ensuciados por el por polvo del camino. Cuando no había un esclavo presente, le tocaba al más joven o a la persona con menos prestigio cumplir con ese deber. Parece que los pies de todos los discípulos estaban sucios porque ninguno de ellos se consideraba suficiente humilde para lavar los pies del otro. Jesús se ciñe la toalla con que solían ceñirse los esclavos, se pone de rodillas y comienza a lavar los pies de los discípulos.

Estas acciones provocan una fuerte reacción de parte de Simón Pedro quién todavía no entiende la necesidad de la humillación. Pero la respuesta de Jesús, “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo”, implica que el lavamiento de los pies simboliza la purificación del alma que Jesús ofrece por su muerte en la cruz. Además, cuando Pedro le dijo, “Señor, no sólo mis pies, sino también mis manos y mi cabeza”, Jesús contestó: “El que ha sido lavado, no necesita sino que lave sus pies, porque está todo limpio; y vosotros sois limpios, aunque no todos” señalaban a tres cosas: la traición de Judas; la humillación del Señor en la cruz; y el lavado de nuestros pecados en el sacramento del bautismo. El que ha recibido el bautismo, aún cuando peca otra vez, no necesita un segundo bautismo”. Solo hay un bautismo para la remisión del pecado.

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Bebed de ella todos, esta copa es el nuevo pacto en mi sangre.

Lo que necesita hacer en cuanto a los pecados cometidos despué del bautismo, es seguir celebrando la Santa Cena. El bautismo no puede ser repetido, porque somos bautizado en la muerte de Jesús y Él murió una vez para satisfacer la justicia de Dios para siempre.

Jesús levantó de la mesa durante de la cena para lavar los pies de los discípulos, pero instituyó el sacramento de la Santa Cena “después de haber cenado”. Las palabras de institución que repite el pastor con cada celebración de la Eucaristía son casi las mismas en los tres evangelios sinópticos y en el pasaje de 1 Corintios. Pero, en la carta de Pablo se encuentra esta advertencia: “De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, come y bebe juicio para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor.” Hay dos formas de recibir el sacramento de manera indigna. Primero, sin examen de conciencia y sinceramente arrepentido del pecado. Segundo, no discernir el verdadero cuerpo y sangre en, con y debajo del pan y el vino. Pasar al frente a la mesa del Señor es una confesión de pecado y la necesidad de un Salvador, y la aceptación de Sus declaraciones, “Esto es mi cuerpo” y “Esta es mi sangre”. Entonces, mientras que los infantes pueden recibir el bautismo ya que todos deben entrar al reino de Dios como niños pequeños, la Cena del Señor es para aquellos que han sido debidamente instruidos y se han confesado y recibido la absolución.

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