20 septiembre, 2024

Hechos 4:8-13En Marcos 8:27-35, cuando Jesucristo preguntó a los apóstoles,”¿Y vosotros, quién decís que soy yo?”, Pedro le respondió: “Tú eres el Cristo.” Luego Pedro negó a Jesús tres veces cuando su Señor fue juzgado ante el Sanedrín, el concilio de los judíos (Mateo 26:69-75; Marcos 14:66-72; Lucas 22:55-62; Juan 18:15-18, 25-27). Sin embargo, después de su resurrección, Jesús le perdonó y restauró a Pedro a su apostolado (Juan 21:15-19).

En Hechos 4:8-13, se paró ante el mismo concilio e hizo una confesión pública de Jesús como Señor y Salvador. Hasta ese momento, el Señor había permitido que el crecimiento de la iglesia no se perturbara, que la obra de los apóstoles continuara sin interrupción y que los discípulos tuvieran muchas oportunidades para fortalecerse en la fe. Ahora se cumplió lo que Jesús había prometido sus apóstoles en Lucas 12:12. Pedro fue lleno del Espíritu Santo; el Espíritu Santo se hizo cargo de su mente y de su boca y dirigió la acción de ambos. “Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado; sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que por el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano.”

Además Pedro presentó ante los ojos de sus jueces el pasaje del Salmo 118:22, que Jesús, pero poco tiempo antes, había citado a un comité del mismo Sanedrín (Mateo 21:42; Marcos 12:10; Lucas 21:17). “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo.”

Padre celestial, tú le revelaste al apóstol Pedro la bendecida verdad de que tu Hijo Jesús es el Cristo. Fortalécenos con la proclamación de esta verdad, para que nosotros también podamos confesar con regocijo que en ningún otro hay salvación. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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