Y habiendo ellos partido, he aquí el ángel del Señor apareció en un sueño a José, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y quédate allá hasta que yo te diga; porque Herodes buscará al niño para matarlo. Y despertando él, tomó de noche al niño y a su madre y se fue a Egipto; y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi Hijo. Herodes entonces, al verse burlado de los sabios, se llenó de ira, y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los sabios. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Voz fue oída en Ramá, lamentación, lloro y gemido grande, Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron. Mateo 2:13-18
Cuando Dios instituyó el matrimonio en Edén, antes de la caída de Adán y Eva, Él los bendijo, diciendo: “Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra.” (Génesis 1:28) Después del diluvio, Dios les bendijo a Noé y su familia con este mismo mandamiento (Génesis 9:1). Muchos otros versículos en al Antiguo Testamento dicen que los niños son bendiciones del Señor (Salmo 127:3-5; 113:9). Además, Salmo 139:13-16 dice así: “Porque tú formaste mis riñones; me cubriste en el vientre de mi madre….Mi embrión vieron tus ojos, siendo aún imperfecto; y en tu libro estaban escritos todos mis miembros, que fueron luego formados, cuando aún no existía ninguno de ellos.”
Jesucristo bendijo los niños, diciendo, “Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.” (Marcos 10:14; Mateo 19:13-15; Lucas 18:15-17) y también, “Mirad que no tengáis en poco a uno de estos pequeñitos; porque os digo que sus ángeles en el cielo ven siempre la faz de mi Padre que está en el cielo.” (Mateo 18:10). La vida de cada ser humano tiene valor en los ojos de Dios, en el vientre de su madre y en cada etapa de vida después. Dios ha dado el gobierno civil la autoridad de usar la espada, o fuerza de armas, contra los malhechores violentos (Romanos 13:4), pero no contra los indefensos, como niños, ancianos o incapacitados.
No debería sorprender que lo contrario sea cierto de Satanás y sus servidores. Antes de la Navidad, les conté la historia del nacimiento de Moisés y los paralelos y las diferencias con la historia de Jesús a los niños de nuestro preescolar. La madre de Moisés lo puso en un carrizal a la orilla del río; y el hijo fue salvado cuando la hija de Faraón descendió a lavarse al río. ¿Por qué lo puso en el río?
“Y los hijos de Israel fructificaron, y crecieron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo; y la tierra se llenó de ellos. Entretanto, se levantó un nuevo rey sobre Egipto, que no conocía a José, y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es más grande y más fuerte que nosotros: Ahora, pues, seamos sabios para con él, no sea que se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una con nuestros enemigos, y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.” (Éxodo 7:1-10) Sin embargo, “Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían; así que ellos estaban fastidiados de los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza; y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo, y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor. Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y las mirareis sobre sus asientos, si fuere hijo, matadlo; y si fuere hija, entonces viva.” (Éxodo 1:12-16) Esto es muy parecido a los argumentos de aquellos que hoy en día dicen que hay demasiados humanos en la tierra y que la población debe reducirse mediante el aborto y el desaliento del matrimonio. Tales personas nunca se consideran parte de la población excedente.
Luego, el pueblo Israel cayó en la práctica de los cananeos a sacrificar sus hijos al ídolo Moloc (1 Reyes 11:6-7; 33; 16:3; 17:17: 21:6; Jeremías 7:31; Ezequiel 16:20). La idea fue para ganar con la ofrenda de un niño más fertilidad del campo, ganado y las mujeres. El culto a Moloch se extendió junto con la influencia de los fenicios en el Mediterráneo. Numerosos autores de la Antigüedad como Simónides de Ceos, Clitarco de Alejandría, Diodoro Sículo y Plutarco describen en detalle las ceremonias y rituales asociados al culto de este dios falso. Hoy en día, muchas personas sacrifican a sus hijos por aborto para obtener más oportunidades de ganar dinero o viajar.
Hoy recordamos la matanza de los inocentes de Belén por el rey Herodes el Grande. Él fue un asesino extraordinario. Les mató tres de sus propio hijos y su primera esposa por celos. También quería matar Él que los Reyes Magos llamó el niño nacido para ser el rey (Mateo 2:2). Un ángel les advirtió que no volvieran a Herodes y, con su desaparición, el rey volvió su odio contra todos los niños varones de Belén menores de dos años. Un ángel también advirtió a José, y el Niño Jesús se salvó. Pero salvo por Su propio destino, muerte en la Cruz por nuestros pecados.
Por lo tanto, damos gracias a Dios por el don de la vida terrenal a cada niño y también cada uno de nosotros. Pero aún más damos gracias a Dios por la nueva vida en el bautismo, porque somos bautizados en la muerte y resurrección de nuestro Señor.
Todopoderoso Dios, los mártires inocentes de Belén exaltaron tu gloria no con palabras, sino con su muerte. Da muerte a todas las cosas que están en contra de tu bendito deseo de que nuestra vida dé testimonio de la fe que profesamos con nuestros labios. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.