20 septiembre, 2024

“Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”. Lucas 1:42

Casi una docena de incidentes específicos en la vida de María, la madre de Jesucristo, están registrados en el Nuevo Testamento. Se la menciona por última vez en Hechos 1:14, esperando con los apóstoles la venida del Espíritu Santo en Jerusalén después de la Ascensión. Las Escrituras inspiradas no dicen nada sobre el final de su vida. La “mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” en el libro de Apocalipsis, capítulo 12, no es María, sino la iglesia del Antiguo y Nuevo Testamentos, que es evidente del contexto.

Bendita tú entre las mujeresEn los siglos IV y V d.C., se desarrolló una leyenda sobre María siendo llevada corporalmente al cielo en anticipación del día cuando el Señor “descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17). En la versión más antigua, ella murió, fue enterrada y después de tres días, su tumba fue abierta y encontrada vacía. Así que hasta el día de hoy hay una Iglesia del Sepulcro de Santa María en el Valle de Cedrón que separa el Monte de los Olivos del Monte del Templo en Jerusalén.

Para el siglo VI, el 15 de agosto se había convertido en la fecha de una fiesta conocida gradualmente como la Fiesta de la Dormición de la Virgen. En el siglo VII, esta fiesta se observó en Roma, y desde allí se extendió por toda la iglesia occidental. Para el siglo IX, la fiesta había pasado de recordar la muerte de María a celebrar su asunción corporal.

Durante la Reforma Luterana, el 15 de agosto permaneció en el calendario de la iglesia como la Fiesta de la Asunción. Los reformadores reconocieron que las Escrituras no enseñan la asunción corporal de María, pero sí enseñan que el patriarca antediluviano, Enoc, y el profeta Elías fueron llevados corporalmente al cielo. La misma palabra se usa en Génesis 5:24 para Dios tomando a Enoc como en 2 Reyes 2:3, 5) para Dios tomando a Elías. También el último capítulo de Deuteronomio dice Moisés murió en la presencia de Dios encima del monte Horeb y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.

De hecho, durante 400 años, la Iglesia Luterana y la Iglesia de Roma consideraron la asunción de María como una opinión piadosa, no necesaria para la salvación. Eso cambió en noviembre de 1950 cuando el Papa Pío XII en la bula Munificentissimus Deus lo definió como un dogma que se debe creer (pero dejó abierta la cuestión de si María murió o no antes de ser llevada corporalmente al cielo). Para los luteranos, esto es evidencia de que el Papa se ha puesto por encima de las Sagradas Escrituras, que son la única fuente infalible de doctrina.

Por lo tanto, hoy en día las iglesias luteranas marcan esta fecha como la fiesta de la Santa María, madre de Jesús. Pero, en verdad, no la llamamos solo la madre de Jesús, también la Theotokos, la verdadera madre de Dios, porque ella llevó al Hijo de Dios en su vientre. La honramos de otras maneras en nuestro calendario litúrgico. María está destacada en las fiestas de la Nochebuena y la Navidad, por supuesto, también en el día de los Santos Inocentes, en la Circuncisión de Jesús, en la Epifanía, en la historia de la boda de Caná, el primer milagro de Jesús (Juan 2:1-11), el segundo domingo después de la Epifanía, en la Presentación del Señor, en la Anunciación, en la Visitación, y en el Viernes Santo. También en nuestro servicio de Visperas, cantamos el Magnificat, el cántico de María (Lucas 2:46-55).

Todopoderoso Dios, tú escogiste a la virgen María para la ser la madre de tu único Hijo. Concede que, habiendo sido redimidos por la sangre de Cristo, participemos con ella en la gloria de tu reino eterna.

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