Oramos este domingo pasado por las madres de la misión, también celebramos el Día de los Madres con los niños del preescolar en el CEIB “Las Delicias”, el jueves, 5 de mayo de 2022.
El evangelio para el cuarto domingo de Pascua, Juan 16:16-22, fue muy apropiada para el Día de los Madres porque así en la hora de la mujer encinto se incluyen, no sólo dolor y sufrimiento, sino también alegría y gozo, también la hora de Jesús que había venido no estaba solamente su hora de sufrimiento y muerte, sino también la hora de su resurrección, ascensión y a la diestra de Dios Padre todopoderoso.
El dolor que los discípulos sentirán ante la partida de su Señor será semejante la mujer que está por dar a luz. En el momento en que la pena y los dolores de la madre son mayores y la misma muerte parece inminente, la crisis prácticamente ha pasado; y con el nacimiento del niño viene la alegría por el parto seguro y por el propio bebé, haciendo que se desvanezca el recuerdo del gran dolor. De modo que la pena y el dolor de los discípulos sería muy agudo y duro, pero con el regreso de su Maestro su alegría sería aún mayor; sería un gozo tal que sobrepasaría toda felicidad humana, un gozo tal que nunca se les podría quitar.
Muchos textos proféticos del Antiguo Testamento describen las tribulaciones que tendrá que sufrir el pueblo de Dios antes de la venida del Mesías como los dolores de parto de una mujer (Miqueas 4:9-10; Jeremías 13:21; Isaías 21:2-3; 26:16-21; 66:7-14). Estos textos enfatizan que el tiempo de sufrimiento será corto en comparación de gozo y alegría que pasarán con el Señor en su reino. Por eso, los fieles deben soportar los sufrimientos presentes sin desmaya o volverse atrás, porque durarán poco tiempo.
La epístola, 1 Pedro 2:21-25, también fue apropiada para el Día de las Madres porque San Pedro habla del Cuarto Mandamiento: Honra a tu padre y tu madre. Nuestros padres son las primeras figuras de autoridad en nuestras vidas que nos dan la vida y nos protegen en nuestra niñez y son representantes de Dios. El padre debe ser la cabeza de la familia, pero en la ausencia del padre, los hijos deben respetar su madre. También, las otras figuras de autoridad en nuestras vidas, el gobierno, maestros en la escuela, pastores de la iglesia y los empleadores son representantes de Dios por nuestro bienestar material y espiritual. Cualquier persona en posición legítima de autoridad debe ser honrada. Aun las autoridades humanas corruptas deben ser respetadas, cuando no sobrepasan la autoridad dada a ellos y no nos obliguen a desobedecer la voluntad de Dios.
Somos libres de la obediencia de la ley de Dios para la salvación. Sin embargo, esta libertad de la condenación jamás excusan una conducta pecaminosa. Nuestras acciones no están motivadas por temor del castigo de Dios, sino por el amor y la gracia de Dios. La vida recta frente la injusticia demuestra confianza en la justicia de Dios. Además, los cristianos que sufren por causa del evangelio testifican de su poder.
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