He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emanuel.
Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel a donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Y cuando ella le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y reinará sobre la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también lo Santo que de ti nacerá, será llamado el Hijo de Dios. Y he aquí tu prima Elisabet, la que llamaban estéril, ella también ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto mes para ella; Porque con Dios nada será imposible. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de ella. Lucas 1:26-38
La fecha de la Anunciación cae el 25 de marzo porque en la antigüedad mucha gente creyeron que las profetas morían el mismo día en que fueron concebidas y, según un cálculo de la fecha de la Pascua judía en el primer siglo, Jesús fue crucificado en el 25 de marzo. Esta es también la razón por la que el 25 de diciembre se convirtió en la fecha en que todos nosotros cristianos celebramos el nacimiento de Jesús.
Muchos conocen la Salutación a la Santísima Virgen que se usa en la Iglesia Católica Romana. La primera parte es directamente de la Biblia. Los cristianos comenzaron a combinar Lucas 1:28 y 1:42 en el siglo XI como un memorial de la encarnación de Cristo como parte de sus devociones. ¡El Hijo de Dios tiene una madre humana!
Las primeras palabras son el saludo del arcángel Gabriel con la noticia de que concebiría y daría a luz un hijo por el poder del Espíritu Santo. A éstos les sigue el saludo de su pariente, Elisabet, en su visitación. “Dios te salve, María, llena eres de gracia;el Señor es contigo; Bendita tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre, Jesús ”.
Durante este tiempo de pandemia, es interesante notar que, durante la Peste Negra del siglo XIV, se agregó una petición a María: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. La adición objetable no fue reconocida oficialmente hasta después de la publicación del Catecismo del Concilio de Trento y la oración completa fue incluida en el Breviario Romano de 1568.
Que quiere decir, la invocación de la Virgen y los santos no era una enseñanza universal de la iglesia cristiana desde el principio. Las Sagradas Escrituras dicen que solo hoy un Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo. Sin embargo, en la oscuridad de la ignorancia de la Biblia, surgieron prácticas paganas con la aprobación de sacerdotes corruptos.
La enseñanza de la Iglesia Luterana sobre oraciones a la Virgen María es clara. La Apología de la Confesión de Augsburgo, Artículo XXI:27-28, dice así: “Aun suponiendo que la bienaventurada Virgen María ore por la iglesia, ¿acaso ella recibe a las almas en la muerte, acaso vence a la muerte, acaso nos concede la vida? ¿Qué hace Cristo, si estas cosas las hace la bienaventurada María? Aunque es digna de los más grandes honores, de ninguna manera quiere ser igual a Cristo; lo quiere es que nosotros consideremos y sigamos los ejemplos aque ella nos dio.”
María cumplió la profecía de Isaías 7:14, “Por tanto el Señor mismo os dará señal: He aquí una virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”, que es correctamente interpretado por Mateo en el sentido de “Dios con nosotros”. Este nombre caracteriza a la persona, la esencia y la obra del Mesías. El hijo de la virgen, concebido y nacido verdadero ser humano, pero sin pecado, es al mismo tiempo el Dios verdadero, todopoderoso y eterno. Es el gran misterio de la piedad: Dios manifestado en carne, el verdadero Salvador, Protector y Ayudador de todos los hombres. También se cumplió la profecía de Génesis 3:15, “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; Él te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Para ser el segundo Adán que rompería el ciclo del pecado, la desesperación y la muerte, el Salvador tenía que ser solo nació de una mujer, no del hombre.
Además, se cumplió la profecía de María en Lucas 1:48, “Desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones”, porque esta sierva humilde se volvió a Theotokos, la Madre de Dios.
Oremos: Oh, Señor, así como hemos sabido de la encarnación de tu Hijo Jesucristo a través del anuncio del ángel a la Virgen María, llévanos por el mensaje de su cruz y su pasión a la gloria de su resurrección. Por Jesucristo, tu único Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.