20 septiembre, 2024

San Juan el Evangelista.Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la tierra sus palabras. ¡Aleluya!

Apocalipsis 1:1-7

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben acontecer pronto; y la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo, el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que él vio. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia sea a vosotros, y paz del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su propia sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a Él sea la gloria y el poder por siempre jamás. Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron, y todos los linajes de la tierra harán lamentación a causa de Él. Así sea. Amén.

1 Juan 1:1-2:2

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos, tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó). Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Y estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Y éste es el mensaje que oímos de Él, y os anunciamos; que Dios es luz, y en Él no hay ningunas tinieblas. Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; mas si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

Juan 21:20-24

Entonces Pedro, volviéndose, ve a aquel discípulo al cual Jesús amaba, que los seguía, el que también se había recostado en su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te va a entregar? Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué? Jesús le dijo: “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Tú sígueme.” Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo: No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga ¿qué a ti? Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.

Aquel discípulo al cual Jesús amaba era Juan, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago. Cuando busque en los evangelios más detalles sobre la vida de Juan, notará que tenía una relación especial con Jesucristo. En momentos cruciales de su ministerio, Jesús invita a Juan para que lo acompañe. En la última cena, Juan se sienta más cerca de Jesús. Parece que Juan fue el único discípulo que venció el temor de ser arrestado y estuvo al lado de Jesús en la crucifixión. Además, en aquel momento, nuestro Señor entregó a Juan el cuidado de su madre, María. Santiago fue el primero de los apóstoles a morir (Hechos 12:1-2), Juan el último.

En su evangelio, San Juan afirmó la Encarnación de Jesucristo contra los gnósticos y místicos que menospreciaban la creación visible y el cuerpo humano. El Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros. Aunque Jesús subió al Padre en su naturaleza humana, encontramos hoy su presencia en la Palabra predicada y los elementos visibles de los sacramentos. También Juan escribió el último libro de la Biblia, Apocalipsis, sobre la segunda venida de Cristo y el juicio final. En Apocalipsis encontramos una visión de la iglesia triunfante de todas la naciones alrededor del trono de Cristo y los mártires que murieron por la fe.

En el evangelio según San Juan, capítulo 21, San Pedro recibió la noticia de que su ministerio lo llevaría al martirio, entonces Pedro quería saber si el discípulo amado también recibiría el privilegio de morir por causa de Cristo y su evangelio. Tales comparaciones pueden ser muy peligrosas para la vida de la iglesia. No somos llamados a compararnos unos con otros porque no estamos en competencia con otros. Somos llamados a cumplir con nuestras vocaciones, y no a anhelar y codiciar las vocaciones de otros. También, la iglesia no debe preocuparse por la fecha en que Cristo venga, sin con la misión a proclamar el evangelio a todas las naciones. El futuro es en las manos del Señor.

Señor misericordioso, envía los rayos brillantes de tu luz sobre tu iglesia para que, siendo instruidos en la doctrina de tu bendito apóstol y evangelista, San Juan, tengamos vida eterna. Por tu Hijo, nuestro Señor, Jesucristo, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

About The Author