¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes divagar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Bendito tú, oh Jehová; enséñame tus estatutos. Salmo 119:9-12
El viernes, 05 de noviembre de 2021, reunimos con nuestros jóvenes y sus representantes para un retiro para el mes de la Reforma. El retiro estaba programado antes del Domingo de la Reforma, pero se pospuso debido a problemas de mantenimiento en la Casa del Empleado Universitario, el sitio del retiro. Salmo 119:9-12 fue el tema.
La Palabra para guardar es la Palabra de Dios se encuentra en las Sagradas Escrituras. Proclamamos los dos partes de la Palabra, cuales son la Ley y el Evangelio. La Ley es la ley moral, la voluntad de Dios para vivir como hijos suyos, revelado en los 10 Mandamientos del Antiguo Testamento. El resumen de la Ley, como dice nuestro Señor en Mateo 22:37-40 y Marcos 12:30-31, es “amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5) y “amarás a tu prójimo como a tí mismo” (Levítico 19:18).
Esta Ley es buena, dado por Dios por nuestro bienestar. Sin embargo, la Ley no nos salva. Por causa del pecado original, la herencia de la desobediencia de Adán y Eva, somos alejados de Dios y en nuestro egoísmo, no podamos cumplir la Ley perfectamente, aún los fieles, y merecemos la muerte eterna en el infierno. Pero, “Evangelio” significa “buenas noticias” y las buenas noticias es no somos perdidos en nuestros pecados. Hay un hombre que ha cumplido la Ley perfectamente y más, sufrio la ira de Dios y murió en la cruz para pagar nuestra deuda. Él es Jesucristo y somos justificados por fe en Jesucristo delante del trono de Dios.
La Ley nos enseña lo que nosotros debemos hacer y dejar de hacer. El Evangelio nos enseña lo que Dios ha hecho y todavía está haciendo para nuestra salvación. Pero, aunque la Ley no nos justifica en los ojos de Dios, se sirve primero para reprimir, hasta cierto punto, las manifestaciones de maldad para el orden externa en este mundo. Segundo, la ley es como un espejo que refleje nuestro pecado y nos enseña nuestra necesidad de un Salvador.
Tercero, la Ley enseña al cristiano cuáles son las obras verdaderamente buenas. Por la fe creado en nosotros por el Espíritu Santo, podamos conocer a Dios no como un Juez enojado, sino como nuestro Padre celestial. Nuestro deseo, engendrado por el Espíritu Santo, es para andar en la voluntad de Dios para tener una buena conciencia y una buena relación con Él. Eso también es la obra del Espíritu, se llama la santificación.
Por lo tanto, la Ley deber ser un parte de la formación del joven. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” dice Salmo 111:10, y esto es también el lema de la Universidad de los Andes. Para alguien a conformar sus hábitos a la voluntad de Dios es para aprender como evitar las malas consecuencias del sus pecados para el mismo y para otros alrededores.
La base de un hogar feliz es el Cuarto Mandamiento: Honra a tu padre y tu madre. Los honramos cuando de todo corazón los consideramos representantes de Dios y les obedecemos cuando cumplimos con su voluntad en todo lo que Dios les ha dado autoridad sobre nosotros.También, los jóvenes deben tomar en serio el Sexto Mandamiento y considerar la sexualidad como un don de Dios y respetar al matrimonio instituido de Dios como la unión de un hombre y una mujer para toda la vida.
En la escuela, para honrar y obedecer los maestros es para obeceder el Cuarto Mandamiento, que tiene la promesa de una vida larga y feliz en la tierra (Efesios 6:2-3). También en la escuela, los jovenes deben obedecer el Séptimo Mandamiento (no robes) y el octavo (no digas mentiras en perjuicio de tu prójimo). Aún el Quinto Mandamiento (no mates) aplica en la escuela, porque no debemos guardar ira u odio en nuestros corazones (Mateo 5:21-22; Mateo 15:19; 1 Juan 3:15). También debemos ayudar a otros a prosperar en todas las necesidades de la vida.
En la iglesia, los jóvenes deben respetar el pastor como representante de Dios (Cuarto Mandamiento), y mostrar toda la reverencia para la Palabra y los sacramentos (Segundo y Tercer Mandamientos: No toma en vano el nombre del Señor tu Dios; y acuérdate del día de reposo para santificarlo).
Y encima de todo, el Primer Mandamiento, no tengas otro dioses apart de mí, debemos temer y amar a Dios y confiar el Él como la fuente de todas bendiciones.
Después de las charlas y manualidades, fue la diversión para todos en la piscina y la sopa perfecta del fogón.