“Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia que está en Cencreas: que la recibáis en el Señor, como es digno a los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros: porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.” Romanos 16:1-2
La palabra traducida como diaconisa en este versículo es la misma palabra griega para “siervo” de que es derivada las palabras españolas diácono y diaconia. Jesucristo estableció su iglesia y el oficio pastoral para el propósito de predicar el evangelio de Jesucristo y administrar los sacramentos, y para esto estableció el ministerio público de la iglesia. La iglesia estableció el ministerio diaconal. Hechos, capítulo 6, describe la fundación de la diaconía como un ministerio especial del servicio en la iglesia, distinto del ministerio pastoral con el propósito de permitir los apóstoles enfocan en la predicación, administración de los sacramentos y oración.
Solo hombres pueden ser ordenados al ministerio de la Palabra y los sacramentos, según 1 Corintios 14:34-35 y 1 Timoteo 2:12. Sin embargo, desde su principio el ministerio diaconal ha sido distinto del ministerio público, y hay evidencia que fue abierto a las mujeres en la iglesia antigua. También en su primera carta a Timoteo, San Pablo enumera los requisitos para ser pastor o obispo de la iglesia, 1 Timoteo 3:1-7. En versículos 8-10 se encuentren requisitos para ser diácono.
Versículo 11 dice así: “Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.” Contra la interpretación de “mujeres” aquí significa las esposas de los diáconos, la palabra griega para “mujer” no necesariamente significa “esposa” y además, no hay registro de requisitos para ser la esposa de un pastor en los primeros versículos.
Refiriéndose a Febe, en Romanos 16:1, Paul E. Kretzmann, en su Comentario Popular de la Biblia afirma: “Así como la congregación en Jerusalén había elegido diáconos para ministrar a los pobres y necesitados, así otras congregaciones en los tiempos apostólicos tenían diaconisas, principalmente para el trabajo entre las mujeres.”
Kretzmann también dice lo siguiente acerca de 1 Timoteo 3:11: “El apóstol tiene un encargo especial para la mujeres diáconos o diaconisas. Este versículo no se refiere a las esposas de los diáconos sino que es dirigido a las diaconisas; para las mujeres que fueron empleadas en esta tarea desde los primeros tiempos.”
“Él está hablando de aquellas que tienen el rango de diaconisas,” según el comentario de Juan Crisóstomo (347-407), un gran teólogo de la iglesia antigua.
Afuera de las Escrituras, diaconisas cristianas fueron mencionadas así por Plinio el Joven en una carta escrita temprano en el siglo dos al Emperador Trajano. “Juzgué que era aún más necesario descubrir cuál era la verdad al torturar a dos esclavas a las que llamaban diaconisas. Pero no descubrí nada más que una superstición depravada y excesiva”.
El papel de diaconisa fue reconocida formalmente en el Concilio de Nicea en el año 325 después de Cristo. Un clásico de la literatura cristiana es “Cartas a Olympias”, escritos por Juan Crisóstomo desde exilio a la diaconisa quien lo defendió ante las autoridades civiles en su ausencia.
Por lo tanto, la diaconisa es una mujer entrenada en la doctrina bíblica con un enfoque en las obras de misericordia para ayudar al pastor a atender necesidades en cuerpo y alma tanto de miembros de la iglesia como de aquellos que todavía no pertenecen al cuerpo de Cristo. En las obras de misericordia y la educación cristiana es importante para tener una base sólida en la sana doctrina.
La iglesia Luterana de Venezuela, en conjunto con el Instituto Teológico “Juan de Frías” y el Seminario Concordia el Reformador, promueve un programa para de entrenar a diaconisas. El programa mezcla la educación teológica por distancia en videoconferencias con profesores del seminaria con consultas con la práctica en la congregación con mentores (un pastor y una diaconisa). Actualmente hay 40 damas venezolanas en el programa.
Para solicitar la admisión al programa, la candidata debe:
1. Tener una buena reputación (Hechos 6:3);
2. Ser llena del Espíritu Santo y de sabiduría (Hechos 6:3);
3. Tener un buen conocimiento de la Biblia y del Catecismo Menor de Lutero;
4. Ser miembro bautizada y confirmada (mayor de edad) en la Iglesia Luterana.
5. Ser fiel asistente al Servicio Divino;
6. Tener un gran deseo de servir a la iglesia a través de obras de misericordia como una diaconisa;
7. Ser capaz de leer y escribir;
8. Estar formalmente casada con su cónyuge;
9. Estar saludable en cuerpo y mente.
¡Oh Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo!, que en tiempos pasados llamaste a mujeres consagradas para servirte en tu iglesia, bendice a todas las mujeres que se dedican al servicio cristiano como diaconisas; auméntales en conocimiento del evangelio, dales un propósito sincero, verdadera diligencia en su trabajo y la belleza de vida que Cristo ofrece, a fin de que por su obra muchas almas sean bendecidas, y tu nombre sea glorificado. Por el mismo Jesucristo, tu único Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.