20 septiembre, 2024

Carmen Benicia Garrido Villamizar.La Sra. Carmen Benicia Garrido Villamizar (19 de septiembre de 1939 – 10 de julio de 2021) era la abuela y bisabuela de algunos miembros de nuestra misión. Tristemente, no era miembro comulgante antes de su fallecimiento, sin embargo, en sus últimas horas, ella y su familia, solicitaron la presencia del pastor y diaconisa para orar al lado de su cama y para la predicación en su velorio y entierro.

La epístola indicada para el sexto domingo después de Trinidad fue muy apropiado para esta ocasión:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección;  sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él, para que el cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, libre es del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él;  sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte ya no tiene dominio sobre Él.  Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez; pero en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos en verdad muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:3-11

El entierro de la Sra. Carmen GarridoEl entierro de los muertos nos recuerda la existencia de ser querido que ha partido. También, es evidencia del fin de la vida terrenal. Si una persona simplemente desaparece, siempre hay dudas sobre su salida de este mundo. Pueden pasar los años, pero siempre existe la posibilidad, incluso la esperanza, de que la persona desaparecida todavía viva. El entierro y la presencia de una cruz reconoce que una persona ha completado su peregrinaje aquí. ¿Y su destino después de la muerte física? En este asunto, tenemos una esperanza que no se desvanece con el paso de los años, sino que perdura hasta nuestro propio fallecimiento. Tenemos la promesa de la vida eterna.

Nuestras prácticas funerarias reflejan nuestra creencia en la resurrección del cuerpo. Creemos que en el momento de la muerte física, el alma regresa a Dios y para aquellos que mueren en la fe salvadora, están en el paraíso ese día, como nuestro Señor le prometió al ladrón en la cruz. Pero en el último día, nuestras almas y cuerpos se reunirán para siempre en la resurrección. No creemos que el cuerpo sea un caparazón temporal para un espíritu inmortal que puede reencarnarse en otra forma, sino cuerpo y alma juntos como el diseño de Dios. Nuestro Señor nació en la carne y ascendió al cielo como verdadero hombre y como verdadero Dios. En esta manera, Dios ha bendecido nuestros cuerpos. La espiritualidad no consiste en la negación de la carne, en el ayuno y el celibato sino en nuestro testimonio del amor y misericordia de Dios en nuestro trabajo, en el matrimonio y la familia. Anticipándonos a la resurrección, entregamos los restos mortales a la tierra, como se planta una semilla con la esperanza de que broten flores, frutos o granos del suelo.

La Sra. Carmen fue bautizada hace muchos años y en el final de su vida confesó la fe salvadora.

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