Para siempre, ¡oh Señor!, permanece tu Palabra en los cielos. Señor, la habitación de tu casa he amado, el lugar de la morada de tu gloria. Lámpara a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino. Señor, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria. Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Señor, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria.
“Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, las cuales si se escribiesen una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. Juan 21:24-25
El discípulo es Juan, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago, nombrado por si mismo como “el discípulo quien Jesús amaba”. Al escribir el cuarto evangelio, el discípulo amado da testimonio de sus propios ojos no de todos los milagros de Jesús, que están registrados en los otros evangelios, sino de las siete señales que revelan Jesucristo como el Mesías y Hijo de Dios. Más importante que los señales y maravillas es la doctrina que Jesús enseño a sus discípulos. Las congregaciones a las que se escribió este evangelio de Juan eran amenazadas por muchos maestros falsos que negaban la encarnación de Jesús y estaban rodeados de brujería y espiritismo. Aquí Juan defiende la veracidad no solamente de su evangelio, sino de todas las Sagradas Escrituras. Lo que ha escrito es plenamente suficiente para su propósito y el del Espíritu que habló a través de él, a saber, enseñar la deidad y la redención de Jesucristo, el Salvador del mundo, para que no perezcan todos los que creen en él, pero ten vida eterna (como se dice también en Juan 20:30-31).
La Confesión de Augsburgo es el cuarto documento contenido en el Libro de Concordia, la declaración de la fe de la Iglesia Luterana, después de los credos ecuménicos: el Apostólico, el Niceno y el Atanasio. Fue escrita tanto en alemán como en latín y fue presentada por varios gobernantes alemanes y ciudades libres en la Dieta de Augsburgo el 25 de junio de 1530. El emperador Carlos V había pedido a los príncipes y territorios libres en Alemania que explicaran sus convicciones religiosas en un intento por restaurar la unidad religiosa y política en el Sacro Imperio Romano y reunir apoyo contra la invasión turca . La confesión consta de 28 artículos que exponen lo que los luteranos creen, enseñan y confiesan en declaraciones positivas (tesis) y negativas (antítesis). Las tesis son 21 artículos principales de fe que describen los principios normativos de la fe cristiana sostenidos por los luteranos; las antítesis son siete declaraciones que describen lo que ellos vieron como abusos de la fe cristiana presente en la iglesia romana.
Por 500 años, la Iglesia Luterana ha sostenido como uno de sus principios básicos el concepto de solo las Escrituras como la única fuente infalible de la doctrina. Sin embargo, antes de la Reforma de siglo XVI, los padres y los grandes teológicos de la iglesia antigua como Agustín, Ambrosio y Cipriano, buscaron a sola una fuente que establece la doctrina y la práctica de la iglesia, las Escrituras.
El principio de solo las Escrituras no se mencionado explícitamente en ninguno de los artículos de la Confesión del Augsburgo. En aquel momento, no se trataba de una cuestión de inspiración divina de las Escrituras. Eso también lo habían aceptado los católicos romanos. El asunto en cuestión era la suficiencia de las Escrituras.
La iglesia de Roma en la época de la Reforma estaban insistiendo, como declararon más tarde en el Concilio de Trento, que no sólo la Sagrada Escritura, sino también; las “tradiciones no escritas que, recibidas por los Apóstoles en el mismo sentido, dictadas por el Espíritu Santo, han llegado hasta nosotros, transmitidas como si fueran de mano en mano” debían ser recibidas “con igual afecto de piedad y reverencia”, como las Sagradas Escrituras. Es contra esta enseñanza de la iglesia romana en el momento de la formación, y contra su insistencia en hacer artículos de fe sobre la base de tradiciones supuestamente apostólicas, que se dirige el énfasis de las Confesiones Luteranas en la autoridad de las Escrituras.
El prefacio de la Confesión del Augsburgo identifica el documento como “una nueva confesión extraída de las Escrituras divinas, proféticas y apostolicas…Se refieron y apelaron a la doctrina que ella contiene, pues sabían que era respaldada por los firmes testimonios de la Sagrada Escritura, y aprobada por los antiguos y aceptados símbolos, reconociendo así la doctrina como el único y perpetuo consenso en que la iglesia universal y ortodoxa se ha basado, que ha reafirmado repetidas veces, y por la cual ha luchado contra múltiples herejías y errores”.
Todopoderos Dios, que por medio de la predicación de tu siervos los benditos reformadores has hecho que brille la luz de tu verdad: Concede, te suplicamos, que, conociendo el poder salvador de tu evangelio, lo atesoremos como joya de gran precia, lo defendamos de todos sus enemigos y con gozo lo proclamemos para la salvación de las almas y la gloria de tu santo nombre. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.