Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Salmo 110:1
Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Hebreos 5:6
Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. 1 Pedro 2:5
En los versículos primeros, la palabra, sacerdote, se refiere a Jesucristo. El tercer versículo se refiere a la iglesia. El autor de Hebreos también dice “teniendo un gran Sumo Sacerdote, que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión” (Hebreos 4:14).
Entonces, Jesucristo es el Sumo Sacerdote entre sacerdotes. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes del orden de Aarón ofrecieron sacrificios diariamente en el Templo de Jerusalén. Una vez por año, el sumo sacerdote entró en el Lugar Santísimo para ofrecer sacrificio por los pecados del todo el pueblo. Nuestro Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (quien fue rey y sacerdote de Dios) ofreció el sacrificio perfecto una vez para siempre en la cruz por los pecados de toda humanidad.
¿Cuales son los otros sacerdotes del Nuevo Pacto? Todos los cristianos, revestidos en la sangre de Cristo, pueden acercar el altar de Dios para ofrecer oraciónes, alabanzas y acciones de gracias. Esto es el sacerdocio de todos los bautizados. Cristo ha hecho todos los creyentes santos y sacerdotes en este sentido. Pero también creemos, confesamos y enseñamos en la Iglesia Luterana que nuestro Señor instituyó un ministerio de la predicación y la administración de los sacramentos. Según Artículo XIV de la Confesión de Augsburgo, solo los hombres llamados, aprobados y ordenados por la iglesia pueden predicar la Palabra y administrar los sacramentos.
Ahora, bien, ¿como hablamos de los ministros ordenados de la iglesia? En la mayoría de nuestras congregaciones, hablamos de ellos como pastores. Sin embargo, en varios partes del mundo, los luteranos tienes sus obispos y aun sus curas. ¿Podemos dirigirnos a un pastor como padre?
Consideremos las palabras de los idiomas originales. La palabra griega traducida sacerdote es hiereus. La palabra hebrea es kohen. Estas palabras están traducidas en inglés como “priest”. En inglés contemporáneo, “priest” es igual a sacerdote, alguien que ofrece sacrificios como mediador entre Dios y los hombres.
Sin embargo, ¿de donde proviene la palabra, priest? Su raíz es en griego, específicamente presbuteros.
Esta palabra es presbítero en español y significa literalmente “anciano”. En el Nuevo Testamento, se llaman los ministros ordenados presbuteros como en Tito 1:5. Otras palabras usadas para el oficio de predicación y administración de los sacramentos son poimen (pastor) y episkopos (obispo). 1 Pedro 2:25 dice que Jesucristo es ambos Pastor y Obispo de nuestras almas. Pastor, por supuesto, es como un pastor de las ovejas, y obispo es un cuidador. También encontramos la palabra diakonos o diácono, para un laico encargado con una posición de responsabilidad en la iglesia.
A través de muchos siglos, los términos, obispo, presbítero o cura y diácono, se convirtieron en rangos clericales. Algunas iglesia luteranas naciones conservan esta estructura, ejemplo la Iglesia Luterana de Suecia. La palabra sueca, präst, igual a priest, se deriva de la griega, presbuteros, y está traducido al inglés como priest y en español como sacerdote.
Según las Confesiones Luteranas, esta jerarquía no está prohibida por las Escrituras, ni tiene mandato divino. Dice Felipe Melanchthon en “El Tratado sobre el Poder y la Primacía del Papa”, “todos los pastores son obispos”. No hay necesidad por un episcopado en supuesta sucesión ininterrumpida de los apóstoles. Todos los pastores tienen la misma autoridad de predicar la Palabra, administrar los sacramentos, absolver los pecados y ordenar otros pastores.
¿Y para llamar el pastor “Padre”? Si, es válido, pero no es obligatorio. “Pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” dice San Pablo en 1 Corintios 4:15, llama a Timoteo “mi verdadero hijo en la fe” (1 Timoteo 1:2). También en Filipenses 2:22, “Mas vosotros conocéis su probidad, que como hijo a padre, ha servido conmigo en el evangelio”.
Es cierto, en Mateo 23:9, nuestro Señor dice así: “Y no llaméis vuestro padre a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en el cielo.” Sin embargo, es difícil entender que esto prohíbe el uso de Padre como título en la iglesia. Tal entendimiento nos prohibiría llamar incluso a nuestros padres biológicos por ese nombre, ya que Jesús dice que no llamemos padre a “ningún hombre”. Además, en el versículo 10 prohibe el uso del título maestro también, que históricamente no se han entendido como una prohibición universal.
Señor, te suplicamos levantes para el ministerio de la predicación de tu Palabra y la administración de los sacramentos hombres fieles y capacitados, que tengan por sumo gozo entregarse enteramente a la obra de la iglesia por amor de tu querido Hijo, por las almas por las que Él derramó su preciosa sangre sobre la cruz; hazlos aptos para su santo oficio, te suplicamos, mediante tu gracia abundante y bendición celestial. Por Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.