26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre las bestias, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos y sobre todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Génesis 1:26-28
Según una costumbre antigua, el lunes, martes y miércoles antes de la Fiesta de la Ascensión serán días de oración para el éxito de las cosechas. Para cuidar para la tierra que Dios creó fue un propósito para la creación del serie humano. Es un aspecto de “la imagen de Dios”. Génesis 2:15 amplia esta idea: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” Pero debemos entender el ser humano como la cabeza de la creación. El hombre tiene dominio sobre los otros seres vivientes para el bienestar de todos. Sin embargo, la preservación de los animales no es más importante que nuestro cuidado a otros humanos, ni la procreación de nuestra especie. “Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra”. No es pecado para tener muchos hijos; al contrario es una bendición de Dios.
Además, tenemos en Génesis 8:22 esta promesa de Dios a Noé: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.” Y en Génesis 9:1-3, el Señor repite su bendición: “Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. Y el temor y el pavor de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar. En vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento; así como las legumbres y plantas verdes; os lo he dado todo.”
Como cristianos, no debemos temer al cambio climático, meteoritos, pandemias u otras catástrofes. En el Nuevo Testamento, tenemos la promesa de toda la creación renovada, cuando Cristo venga en gloria. “Porque el anhelo ardiente de las criaturas, espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las criaturas fueron sujetadas a vanidad, no voluntariamente, sino por causa de Aquél que las sujetó en esperanza, porque las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción, en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y está en dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo.” (Romanos 8:19-23)
Señor Jesucristo, que vendrás en gloria para juzgar a los vivos y los muertos: Afírmanos en la fe y con tu poder presérvanos en medio de las tentaciones y los afanes de esta vida, de modo que con firme devoción esperemos tu venida y la plena realización de tu glorioso reino. Que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.