17 abril, 2025

1 Timoteo 2:5-6

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, para testimonio a su debido tiempo.”

Dr. José Gregorio HernándezEl Doctor José Gregorio Hernández Cisneros es una gran figura en la historia de Venezuela. Nació el 26 de octubre de 1864 en el estado Trujillo en la cordillera de los Andes. A los trece años de edad, José Gregorio manifestó a su padre su deseo de estudiar la carrera de derecho, sin embargo, su padre le convenció para que estudiara medicina y él aceptó. En 1878, cuando contaba con trece años y medio, bajó de la sierra trujillana hasta Caracas. Al llegar a la capital, inició sus estudios en el Colegio Villegas. Cuando tenía 17 años, ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para iniciar sus estudios de medicina y se volvió el estudiante más destacado en la carrera de medicina en la UCV.

En noviembre de 1889, José Gregorio Hernández ya se encontraba cursando estudios en los laboratorios experimentales de Paris, Francia. Posteriormente se traslada a Berlín, Alemania para estudiar histología y anatomía patológica, a su vez que inicia un nuevo curso de bacteriología.

Culminados sus estudios, Hernández regresó a Venezuela a fin de ingresar como profesor en la UCV; además, aprovecha para traer de Europa equipos médicos al Hospital Vargas, por instrucciones del gobierno venezolano. A él se debe la introducción del microscopio en Venezuela. Es considerado el impulsor y pionero de la docencia científica y pedagógica en Venezuela.

Durante la pandemia de gripe de 1918 en Venezuela, José Gregorio Hernández visita a los enfermos en Caracas. Poco antes de su muerte en 1919, formó parte del comité médico que atendió en Venezuela la crisis causada por la llamada gripe española.

En 1949, la iglesia romana comenzó el proceso de canonización para designarlo santo. En 1986, el papa Juan Pablo II reconoció sus virtudes heroicas y lo declaró venerable. El proceso se renovó el 18 de enero de 2019, luego de un milagro atribuido por la iglesia romana a Hernández en San Fernando de Apure. El papa Francisco autorizó la beatificación de José Gregorio Hernández, el 13 de junio del 2020. Su liturgia de beatificación se llevará a cabo este viernes 30 de abril, en el marco de otra pandemia.

Como luteranos, reconocemos sus logros y el ejemplo moral del Dr. Hernández. Sin embargo, rechazamos el culto de los santos promulgado por la iglesia romana, también el concepto de purgatorio. Todos los que mueren en su fe bautismal ahora están con Cristo entre la iglesia triunfante, no por sus propios méritos, sino por la seguridad de las promesas de Dios. La Apología de la Confesión de Augsburgo dice así como los santos particulares, o héroes de la fe: “Nuestra Confesión aprueba que se honre a los santos. Y en en efecto: Esta honra que merece nuestra aprobación tiene tres aspectos. El primero es la acción de gracias. Debemos dar gracias a Dios porque nos ha mostrado ejemplos de su misericordia…El segundo aspecto es la confirmación de nuestra fe. Cuando vemos a Pedro se le perdona el haber negado a Cristo, nos sentimos estimulados también nosotros a creer con más ahínco que la gracia de veras sobrepasa con mucho al pecado…El tercer aspecto de esta honra es la imitación, primero de la fe, y después de las demás virtudes de los santos…Por otra parte nuestra Confesión no afirma más que esto: Que la Escritura no enseña que haya que invocar a los santos, ni que les debemos pedir ayuda…Además, en el culto de los santos, nuestros adversarios no sólo requieren la invocación, sino que también transfieren los méritos de los santos a otras personas, y hacen de los santos no sólo intercesores sino propiciadores. Y esto no puede tolerarse de ningún modo, porque significaría un traslado total a los santos de una honra que tan sólo pertenece a Cristo.”

Misericordiosísimo Dios, Padre amantísimo, de todo corazón te suplicamos por los que han apostatado de la fe cristiana; por todos los que de alguna manera se han apartado de ella o que se encuentran en dudas y son tentados por los corruptores de tu Palabra. Dígnate, Señor, visitarles paternalmente, revelarles sus errores, y hacer que regresen al rebaño de tus fieles, para que encuentren gozo supremo en la pura verdad de tu Palabra y sean hechos sabios para la vida eterna. Por Jesucristo, tu único Hijo, nuestro Señor, que reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.