15 noviembre, 2024

Lucas 24:13-35

13 Y he aquí, el mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a sesenta estadios de Jerusalén. 14 Y conversaban entre sí de todas estas cosas que habían acontecido. 15 Y sucedió que mientras conversaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y caminó con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen. 17 Y les dijo: “¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis y estáis tristes?” 18 Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú sólo un forastero en Jerusalén, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces Él les dijo: “¿Qué cosas?” Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados, le entregaron a condenación de muerte, y le crucificaron. 21 Pero nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel, y además de todo esto, hoy es el tercer día que estas cosas acontecieron. 22 Aunque también unas mujeres de entre nosotros nos han asombrado, las cuales antes del amanecer fueron al sepulcro; 23 y no hallando su cuerpo, vinieron, diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron que Él vive. 24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más a Él no le vieron. 25 Entonces Él les dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” 26 “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” 27 Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaró en todas las Escrituras lo concerniente a Él. 28 Y llegando a la aldea a donde iban, Él hizo como que iba más lejos. 29 Pero ellos le constriñeron, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, y partió, y les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; mas Él se desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? 33 Y levantándose en la misma hora, se regresaron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.

En camino a Emaús.δύο ἐξ αὐτῶν, los dos de ellos, dice nuestro texto. Uno se llamaba Cleofas. Quizás él era el mismo mencionado en Juan 19:15 como el esposo de una de las mujeres presentes en la crucifixión. Este hombre era el hermano de José el carpintero y por lo tanto el tío de Jesús. ¿Y el otro? El texto no incia nada, aun su sexo. Quizás Cleofas estuvo acompañado de su esposa, María. Otra especulación súgiere que su compañero era Lucas, el autor del evangelio, o Simón Pedro.

Sin embargo, el texto es bien claro que los dos no formaban parte del círculo interno de Jesús y los apóstoles. Eran discípulos en el sentido más amplio. Hablaron de Jesús como profeta, tal vez el Mesías, y habían oído hablar de la tumba vacía de las mujeres. Pero no entendieron que había pasado. Creyeron que el Mesías establecería un reino terrenal, pero no que sufriría, moriría y resucitaría. Debió haber hablado de profecías específicas, como Génesis 3:15. En verdad, todo el Antiguo Testamento señala a Jesucristo.

Pero no reconocieron como Jesús, el Señor crucificado y resucitado, hasta la cena. Jesús el invitado llegó a ser el anfitrión y partió el pan en una manera semejante a su institución de la Santa Cena. A veces la iglesia romana usa este pasaje como evidencia que la comunión en un especie es válida. Pero, como dice Artículo XXII de la Apología de la Confesión del Augsburgo, incluso si este fuera el sacramento, el hecho de que no se mencione el vino no prueba nada. Fíjate, Jesús interrumpió la fracción del pan, algo que probablemente no habría hecho si hubiera celebrado la Eucaristía.

Que es importante es los dos no reconocieron a Jesús por propio compromiso o decisión. No hay sinergismo aquí. El Espíritu Santo fue el agente de la revelación.

Señor Dios, Padre celestial, que has entregado a tu Hijo por causa de nuestros delitos y lo has resucitado para nuestra justificación: Te rogamos nos des tu Espíritu Santo, nos gobiernes y nos guíes por Él, nos guardes de todos los pecados y finalmente, después de esta vida, nos resucites a la vida eterna. Por tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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