Y harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura, y carmesí: y harás querubines de obra primorosa. Éxodo 26:1
Este versículo y muchos otros en el libro de Éxodo muestran las raíces de nuestro culto en el Antiguo Testamento. Dios mandó a los israelitas a adornar el tabernáculo, su lugar de oración, con oro y bronce, madera fina, piedras preciosas y obras de arte. Fíjate en los colores destacados. La palabra hebrea traducida como púrpura significa púrpura rojiza y la palabra traducida aquí como carmesí también puede ser traducida como escarlata. ¿Y la primera palabra, tekeleth? Por años fue un debate si esta palabra debería ser traducida como azul o violeta. El tinte fue derivado de un tipo de caracol, Murex trunculus, y podría haber sido azul real o violeta. En los años más recientes, los arqueólogos han hallado evidencia que el lino fino usado por los israelitas fue azul.
También en nuestras iglesias luteranas usamos colores litúrgicos para simbolizar los temas de temporadas eclesiásticos. Debemos entender la temporada de Adviento como un paralelo a Cuaresma. Que quiere decir, una temporada de reflexión, oración y arrepentimiento antes de la gran victoria del Señor. Por esta razón, algunas iglesias usan paramentos de morado o púrpura para Adviento y Cuaresma, porque morado simboliza la realeza de nuestro Señor y su dignidad en su estado humillación, que comenzó con su nacimiento en el pesebre de Belén y continuó hasta el fin de la Semana Santa. A veces los paramentos de la Semana Santo son escarlata, porque los soldados romanos le echaron encima un manto de escarlata.
Pero, aunque en la Semana Santa enfoquemos en la pasión del Señor y su victoria en la cruz, en esta temporada nuestra vista es más amplia. No contemplamos solo su humillación y su resurrección en el tercer día, también en la profecía del juicio final. Aquel día final para nosotros será el cumplimiento de la promesa de la vida eterna. Entonces algunas iglesias usan azul del tono del cielo minutos antes de la salida del sol como el color de esperanza.
El azul como color litúrgico tiene una historia antigua en Suecia, Inglaterra y entre los mozarabes, quienes eran cristianos que vivieron bajo el dominio musulmán en España. De todo modo, nuestro texto indica que azul, púrpura y carmesí todos son aceptables en los ojos de Dios. Los ritos del Antiguo Testamento no son obligatorios para nosotros, sino como dice la Confesión del Augsburgo, Artículo XV, “De los ritos eclesiásticos de origen humano se enseña que se observen los que pueden realizarse sin pecado, como ciertas celebraciones, fiestas y cosas semejantes.”