En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Por toda la tierra ha salido la voz de ellos y hasta los fines de la tierra sus palabras. Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayaís y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
17 “Esto os mando: Que os améis unos a otros.” 18 “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros.” 19 “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” 20 “Acordaos de la palabra que yo os dije: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.” 21 “Pero todo esto os harán por causa de mi nombre; porque no conocen al que me envió.” Juan 15:17-21
No sabemos muchos detalles de las vidas de los apóstoles que recordamos hoy. Judas se distingue en Juan 14:22 como Judas pero “no Iscariote” para evitar la identificación con el traidor de Jesús. Como autor de una epístola breve se llama a sí mismo “Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago”. Este no es Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, sino Santiago el Menor, hijo de Alfeo. Este Judas, por lo tanto, también era hermano (o primo) del Señor; él era un apóstol, y probablemente puede ser identificado con Tadeo, Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:16; Hechos 1:13.
El nombre de Simón está en los tres evangelios sinópticos (de Mateo, Marcos y Lucas) y en el libro de Hechos de los apóstoles siempre que se ofrece una lista de los apóstoles, pero no se dan más detalles sobre él. Para distinguirlo del apóstol Simón Pedro a este otro apóstol se le llama Simón el Zelote. Implica que él era miembro del partido revolucionario nacionalista, los Zelotes. ¡Que contraste con Mateo, cobrador de impuestos para el imperio romano! Sin embargo, el Señor llamó a ambos hombres a su servicio.
Solo se describe la muerte de Santiago, hijo de Zebedeo, en las Sagradas Escrituras, pero según la tradición antigua, solo San Juan murió de vejez. Según la leyenda, Simón y Judas ambos murieron como mártires en Persia.
A través de todo su ministerio público, nuestro Señor fue malentendido, calumniado y perseguido hasta su muerte en la cruz. Puesto que Jesús fue odiado en tal forma no nos debe sorprender si nosotros, sus discípulos, también somos odiados, calumniados y perseguidos. Hoy en día encontramos la persecución sútil, como la burla y el ostracismo, en algunos partes del mundo. En otros partes hay persecución brutal y abierta, como en África o Asia.
Una de las razones principales por la que los discípulos serán perseguidos es el hecho que sus perseguidores no conocen el Padre celestial, ni reconocen la manifestación del Padre en Jesucristo. Algunos rinden culto a un ídolo, es decir, una representación física de sus ideas acerca de la divinidad. Otros no adoren un ídolo de madera, oro o plata, sino una idea equivocada acerca de Dios. Filosofías vanas y los muchos “ismos” tan de moda también pueden ser ídolos. Para no caer en tal idolatría no debemos juzgar a Jesús en base a nuestra propias ideas, sino juzgar nuestras ideas en base el Jesús histórico y revelado en el testimonio de los apóstoles inspirado por el Espíritu Santo.
Todopoderoso Dios, tú elegiste a los siervos Simón y Judas para formar parte de la gloriosa compañía de los apóstoles. Permite que, así como ellos fueron fieles y celosos en llevar adelante su misión, también nosotros, con ardiente devoción y fidelidad, demos a conocer el amor y la misericordia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.