20 septiembre, 2024

Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso milagros obran en él. Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.

Mas oyéndolo Herodes, dijo: Es Juan, al que yo decapité, él ha resucitado de los muertos. Porque Herodes mismo había enviado y prendido a Juan, y le había atado en la cárcel a causa de Herodías, esposa de Felipe su hermano; pues se había casado con ella. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la esposa de tu hermano. Y Herodías le aborrecía, y deseaba matarle, pero no podía; 20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba; y cuando le oía, él hacía muchas cosas, y le oía de buena gana.

Pero viniendo un día oportuno, en que Herodes, en su cumpleaños, hizo una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea; entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la damisela: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino. Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista. Entonces ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Y el rey se entristeció mucho, mas por causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. Y en seguida el rey envió a un verdugo, y mandó que fuese traída su cabeza; y el verdugo fue y le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la damisela, y la damisela la dio a su madre. Y cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro. Marcos 6:14-29

Todoposeroso Dios, tú enviaste a Juan el Bautista para que sea el precursor de tu Hijo Jesucristo, tanto en su prédica de arrepentimiento como en su muerte inocente. Permite que nosotros, habiendo muerto y resucitado juntamente con Cristo en el Santo Bautismo, nos arrepintamos a diario de nuestros pecados, suframos con paciencia por causa de la verdad y sin temor demos testimonio de su victoria sobre la muerte. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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