En mis charlas con los niños del preescolar antes del cinco domingo en Cuaresma (el 11 de marzo de 2018), hablé de Moisés y la historia de la liberación de Israel hasta ellos cruzaron el Mar Rojo y andaban en el desierto.
Comenzamos con el nacimiento de Moisés y su salida de Egipto (Éxodo 2). Dios salvó a Moisés de un rey quien quería matarle, como luego salvó el Niño Jesús. Nacido de padres hebreos creyentes, Moisés se cría en el palacio del faraón, disfrutando de lo mejor de los dos mundos de los egipcios y los hebreos (porque su madre biológico fue su niñera). Cuando llegó a adulto, Moisés se identificó con su pueblo esclavizado por los egipcios. Mató uno de los egipcios que maltrató un hebreo y huyó de Egipto.
Sin embargo, Dios tenía un propósito para Moisés, y hablamos, pues, del encuentro de Moisés con la aparición de Dios en una zarza ardiente cuando Moisés cuidaba a las ovejas de su suegro en la tierra de Madian (Éxodo 3-4). Como dice la canción para los niños:
Allá en el monte Horeb una zarza ardía, Moisés oyó una voz que le decía: Quita, quita, quita, las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas santo es.
Moisés y su hermano Aarón enfrentaron al faraón con el mandato de Dios para dejar libre los israelitas. Como dice esta canción:
En Egipto esclavo fui, sí, sí, oh sí. en Egipto esclavo fui del vil faraón. Triste, muy triste estaba, mi corazón lloraba, Hazme libre, Señor.
Fue Moisés al faraón, sí, sí, oh sí. Fue Moisés al faraón, y le dijo así: Deja ir a mi pueblo para rendirme culto, ha dicho el Señor.
Por medio de Moisés, Dios golpeó los egipcios con 10 plagas. La última plaga fue la muerte de todos los primogénitos en Egipto (Éxodo 11). Pero en aquella noche, ninguno de los hijos de Israel murieron, porque sus familias pintaron las puertas de sus casas con la sangre de un cordero sin defecto, como mandó su Dios. Además el Señor los mandó a recordar este evento cada año con una fiesta solemne. Esto fue la institución de la Pascua de los judíos y hable con los jóvenes de la misión sobre los vínculos entre la Pascua de los judíos y la Semana Santa y el sacrificio de nuestro Cordero pascual, Jesucristo.
Después, los niños del preescolar escucharon como los israelitas cruzaron el Mar Rojo y el signficado para nuestro bautismo (1 Corintios 10:1-5). Los israelitas ganaron su libertad en cruzar las aguas del Mar Rojo. Pero, tuvieron que viajar al otro lado de desierto para llegar a la Tierra Prometida. Para nosotros, en la agua del bautismo cruzamos de la esclavitud del pecado a la libertad espiritual, pero tenemos que cruzar el desierto (la vida terrenal) para llegar a la vida eterna.
En el desierto, los israelitas recibieron pan de cielo y agua de una roca por las manos de Dios. Nuestra alimentación espiritual es la Palabra de Dios y el cuerpo y sangre de Cristo en la Santa Cena. Y como los israelitas, tenemos la promesa de salvación y vida en una imagen de la muerte. “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado; para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:14-15.