Comenzamos la temporada de Cuaresma el Miércoles de Ceniza, 14 de febrero de 2018, con la imposición de cenizas y las palabras de Jesús sobre la señal de Jónas, Mateo 12:38-41. Dijo nuestro Señor en el evangelio: “La generación perversa y adúltera demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches; así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.”
Una señal, un gran milagro, de hecho, se les daría a ellos y al mundo: su resurrección, prefigurada en la historia del profeta Jonás. En ambos casos de Jonás y Jesús, un hombre regresó de la muerte cierta para llamar la gente al arrepentimiento de sus pecados con una promesa del perdón. Y esto es el punto del discu
rso de Jesús: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí, uno mayor que Jonás en este lugar.”
Jesús es el mayor que Jonás y su mensaje es para todas las naciones. Él que arrepiente y confiá en Jesús no evitará solo la destrucción de una ciudad, mas la muerte eterna. Como la iglesia, nuestra misión es para llamar todos hombres al arrepentimiento y la vida eterna en Cristo. Pero, no debemos olvidar arrepentirnos y buscar la absolución nosotros mismos.
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Continuamos el primer domingo en Cuaresma, 18 de febrero de 2018, con la historia de la tentación de Jesús en Mateo 4:1-11.
Cuaresma es derivada de cuadragésima, es decir, cuarenta días. Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches en el desierto. La temporada de Cuaresma dura 40 días, no incluye los domingos, porque cada domingo es una celebración de la resurrección. Sino en las semanas de Cuaresma, recordamos el ayuno de nuestro Señor en el desierto. También, los 40 años del pueblo Israel en el desierto, cuando solo tenían el maná para comer y la agua de la roca.
La nueva vida para nosotros comienza con el bautismo, como el viaje del pueblo Israel comenzó con su escape de esclavitud por las aguas del Mar Rojo. Nosotros también tenemos un viaje largo hasta nuestra entrada en la Tierra Prometida, con el cuerpo y sangre de Cristo en la Santa Cena como nuestra comida y bebida espiritual.
Además, recordamos Jesucristo como representante de Israel en su tentación. Porque la mayoría del pueblo Israel no cumplió su pacto antiguo con Dios, pero uno de Israel, Jesús, cumplió todo. Después del ayuno de 40 día y 40 noches, Jesús enfrentó el diablo.
Jesús pasó la prueba para ser el Salvador y continuó con su ministerio público hasta su muerte en la cruz. En su tentación, Jesús es un ejemplo para nosotros en nuestras pruebas y tentaciones porque no confió en poder y vanagloria, sino solo en la Palabra de Dios. Confiamos en Dios para nuestro pan de cada día. Confiamos en Dios para la protección de sus santos ángeles, también para el perdón de nuestros pecados y la vida eterna.
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