El Rincón de Misericordia es un programa promovido por los jóvenes de nuestra misión. Hay espacio en un rincón de la capilla para dejar la ropa o cualquier otras cosas que la gente en nuestra comunidad no tienen. Es el propósito de nuestra misión para atender los necesitados en todos aspectos, espiritual y material.
El Catecismo Menor del Doctor Martín Lutero dice así sobre el Séptimo Mandamiento, no robes: “Debemos temer y amar a Dios de modo que no quitemos el dinero o los bienes de nuestro prójimo, ni nos apoderemos de ellos con mercaderías o negocios falso, sino que le ayudemos a mejorar y conservar sus bienes y medios de vida.”
En el Séptimo Mandamiento, Dios no solo prohibe todo tipo de robo, hurto, usura, fraude y toda forma de deshonestidad para conseguir cosas. También Dios nos ordena ayudar a nuestro prójimo en toda necesidad.
Esta interpretación está basada en las Escrituras.
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Gálatas 6:10
“Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehuses.” Mateo 5:42
“Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazó, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” 1 Juan 3:17
“Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis: porque de tales sacrificios se agrada Dios.” Hebreos 13:16
Para ofrecer las donativos de especie es otra forma del sacrificio de agradecimiento, o ofrenda, como parte de nuestra adoración de Dios. Se encuentra sus raíces en al Antiguo Testamento:
“Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es: es cosa consagrada á Jehová.” Levítico 27:30
“Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” Malaquías 3:10
La ofrenda es un acto de reconocimiento de Dios como la fuente de todas las cosas buenas. No se hacía en sentido de un sacrificio para la expiación de pecados, sino un contribución voluntaria pare los pobres y para el sostenimiento de la predicación de la Palabra de Dios.