“El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos.” Nehemías 2.20
La Palabra de Dios conmovió el corazón de Nehemías para comenzar los planes de reconstrucción de las murallas de Jerusalén. El profeta había pedido al rey de Persia la oportunidad para ayudar a reconstruir la ciudad y su templo y el rey respondió en una manera positiva, porque Dios estaba guiando el asunto. La mano de Dios está continuamente obrando en la historia, aunque rara vez podemos prever y determinar que hará.
El Doctor Martín Lutero escribió así: “La iglesia es la obra de las manos de Dios, y sus hijos son su cultivo.” (Las Obras del Lutero AE 17. 129-130). Como Nehemías y los israelitas, avanzamos en la construcción de un centro educativo y un templo entre muchas dificultades y incertidumbre.
Dios es en todos partes y no necesitan una casa hecha por manos humanas. Pero nosotros necesitamos un lugar dedicado a la adoración para reunirnos en el mismo lugar en el mismo tiempo para adorarlo y dar testimonio a nuestra fe a todos alrededores de nosotros.Un gran edificio es bueno para mostrar a otros la importancia de nuestra fe y para invitarlos a la adoración a Dios.
Más 10 años en nuestra misión hemos adorado a Dios en un caney. Cada domingo arreglamos el altar, la cruz y las sillas, y después los guardamos y usamos el caney en otras maneras. Gracias a Dios tenemos un edificio dedicado a la adoración casi listo.
Sermón sobre Lucas 19:31-48, July 31, 2016
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